“Dios no es un Dios en quien puedo confiar,” fueron las palabras de un
expastor que le ha dado la espalda a Dios porque habiéndole rogado a Dios que
le resolviera una situación difícil y penosa, Dios no le contestó el grito
desesperado de su alma como él deseaba.
Cuando
escuché esto me hice la pregunta ¿Quién es el Dios en el cuál él profesaba
creer? ¿Quién es el Dios a quien él predicaba? Pero tan pronto me hice esa
pregunta, me surgieron otras. ¿Cuántos
que han profesado creer en el Dios de la Biblia no han pasado o están pasando
por una crisis similar? Y ¿Cómo se evita caer en una situación igual? ¿Qué es
lo que permite que otros creyentes sufran pruebas extremas y salgan con su fe
intacta?
Creo que se
puede afirmar que entre otros posibles factores una de las más importantes es
nuestro entendimiento del Dios en quien hemos creído. Digo esto porque puede existir una diferencia
entre el Dios que se revela y define en las Escrituras y el Dios en quien hemos
creído y a quien definimos de una manera no idéntica a las Escrituras.
Permítame
darle un ejemplo para explicar lo que acabo de decir. La Biblia dice que Dios es bueno en Salmo
107:1 y yo puedo decir lo mismo pero mi definición de un Dios bueno puede ser
que sea distinto a la definición bíblica.
La cultura cristiana actual tiende a definir la bondad de Dios en
términos de aquello que se nos hace agradable o nos causa placer. La definición bíblica aunque incluye esto,
también abarca el amor de Dios que disciplina a su hijo o le niega aquello que
a la larga le va a atrofiar el crecimiento espiritual. ¿Cómo es mi Dios, cómo
me lo presentan las Escrituras o hecha a mi propia imaginación?
Las razones
de esta divergencia entre la verdad objetiva como presentada en as Escritura y
aquella en la que creemos pueden ser varias.
- Una enseñanza no fiel a las Escrituras que se predica como bíblica.
- Ignorancia por falta de enseñanza o tiempo en el conocimiento de la Biblia.
- Una falta de interés en estudiar o entender lo que la Biblia me dice de Dios. (Le dejo la doctrina a los teólogos)
- Negar abiertamente la enseñanza de las Escrituras porque no me gusta o no se ajusta a lo que deseo de la vida. Deseo que Dios se ajuste a mis planes y propósitos.
Cualquiera
que sea la razón el resultado puede producir una reacción como la de este
expastor.
Sin
embargo, siendo que este hombre se dedicaba a estudiar las Escrituras ¿cómo
puede creer que Dios no es un Dios confiable?
Vemos en
las Escrituras que el Dios que es bueno y que promete contestar nuestras
oraciones nunca ha prometido contestarlas de acuerdo a nuestros parámetros de
bondad. El siempre contestará lo que es
lo mejor para nosotros según lo que en su omnisciencia y sabiduría sabe que
sería lo mejor para nosotros en el marco de su plan divino. Esto lo vemos ejemplificado en la vida de
José1 que siendo vendido por sus hermanos estoy seguro que clamó a
Dios exigiéndole saber cómo esto podía pasarle a él siendo un joven fiel en su
creencia y amor a Dios lo cual se comprobó en su comportamiento en la casa de
Potifar y en la cárcel después. Pero
Dios tenía algo mucho mejor para él que una vida cómoda en la casa de su Padre
como el hijo preferido rodeado de su familia.
Dios lo quería usar para la salvación de toda una nación y de la vida de
su Padre y sus hermanos. (Génesis 50:20)
Si Dios no
contesta nuestras oraciones como nosotros deseamos, podemos estar seguros que
el en sus planes y propósitos a la luz de la eternidad tiene algo bueno
preparado para nosotros. Las Escrituras
nos presentan un Dios así. Si no
queremos creer en un Dios así entonces tendremos que buscar un Dios distinto al
de las Escrituras pero no acusemos al Dios de las Escrituras de no ser alguien
en quien podemos confiar.
Dios no es
un Dios en quien se puede confiar, si es un Dios que se define por mis expectativas, pero ¡sí es un Dios en quien puedo confiar si es el Dios de las
Escrituras!
1La historia completa se encuentra en
Génesis capítulos 37 al 50.