¿Te Sientes Sólo? Gratitud por que Dios es Emanuel -- Dios con nosotros

         Todos nos hemos sentido solos en algún tiempo, por más cercanos que tengamos a nuestros seres queridos y amigos.  Hay momentos en que no basta la compañía o el apoyo que nos dan. 

Si uno escucha la letra de las canciones que canta el mundo sin Cristo se escucha un grito de desesperación porque la gente se siente sola. Piensan que ese nuevo amor, esa mujer o ese hombre, ha de ser la solución a tanta soledad, solo para darse cuenta poco después que esa persona que en un momento les hizo olvidar su soledad también es una persona con mucha necesidad que no llega a satisfacer el vacío que sienten. Lo más triste es el hecho de que esto no solo es cierto para los que aun no tienen una relación con Aquel que ha prometido nunca dejarnos solos sino también es cierto para aquellos que le han conocido.  Los hijos de Dios tristemente, también padecen con frecuencia de la soledad y de un sentir que no hay quien les comprenda.

Parte de la problemática para el ser humano es que aquellos que más amamos y en quien nos apoyamos en algún tiempo nos han defraudado, nos han herido, se han “olvidado” de nosotros, o no nos han correspondido como nosotros quisiéramos y por lo tanto cuando llega la crisis no estamos bien seguros de su amor y apoyo.  Esto pude ser cierto aun para conyugues que se han pasado toda la vida juntos. 

La explicación a esto radica en el hecho de que por mejores que sean sus intenciones el ser humano nunca podrá adentrarse del todo a la psique de su prójimo y así satisfacer las necesidades más intimas del alma. Aunado a esto, está el hecho de que hay situaciones por las que sus seres queridos y amigos no han pasado y por lo tanto no le pueden entender del todo y esto trae sentimientos de soledad.

          Lo maravilloso de nuestro Dios y una de las cosas por las cuales deberíamos estar agradecidos es su cercanía.  Su nombre es Emanuel – Dios con nosotros.

          Aun cuando usted todavía no le ha conocido así, sea porque no le conoce como su salvador o porque siendo salvo en su experiencia no le ha conocido como el Dios que se ha acercado al hombre de la manera más íntima, esto no deja de ser cierto.  Es tanto parte de la naturaleza de Dios que ha llegado ser uno de sus nombres.  Como ningún humano, y como ningún otro “dios”, nuestro Dios está cercano.  El salmista nos invita a cantar con él nuestro agradecimiento con Dios por su cercanía.
“Gracias te damos, oh Dios,
Gracias te damos,
Pues cercano está tu nombre;
Los hombres cuentan tus maravillas.”
(Salmo 75:1).

          ¿Qué significa que su nombre está cercano?  En la mente Hebrea el concepto de un nombre personal a menudo incluía el sentir  de su existencia, carácter, y reputación.[1]  En algunos pasajes “shêm” yahweh (el nombre de Jehová) se encuentra tan envuelto en el concepto de la existencia de Dios que casi funciona como una de la apariciones de Jehová (Isaías 30:27).[2]  Por extensión cuando el salmista nos está diciendo que cercano está su nombre nos está declarando que es parte del carácter de Dios. Es una parte integral de su existencia estar cerca de nosotros, lo que se confirma en otros salmos como Salmo 119:151: “Cercano estás tú, oh Jehová, Y todos tus mandamientos son verdad,” (Salmo 119:151) y “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras,” (Salmo 145:18).

          Para el que ha disfrutado de la comunión íntima con Dios, no hay experiencia que se iguale a ella.  Esta persona junto con el salmista puede decir de Dios: “En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmo 16:11)  No hay bálsamo mayor o más efectivo para el alma necesitada del hombre que la presencia de nuestro Dios. Por lo tanto para el hombre que busca su refugio en el  Dios verdadero cuyo nombre es Emanuel, nunca podrá haber un sentido más profundo de satisfacción de cada una de sus necesidades más íntimas.

          Podríamos hacernos la pregunta ¿cómo puede esto ser posible?  ¿Cómo puede Dios quien es Dios grande y temible, el Dios de toda creación, el omnipotente, omnisciente, e omnipresente, eterno, e infinito Dios entendernos?

          En una ocasión leyendo un artículo en un periódico, exponía el escritor, un teólogo de una religión reconocida, que Dios por ser un Dios trascendente no nos puede entender porque siendo Dios no entiende la debilidad humana y por consecuencia sus necesidades. Necesitamos por lo tanto un intercesor que si nos entienda, un intercesor que ha vivido lo que nosotros hemos vivido y padecido.  Un intercesor que nos ame con el amor de una madre. Puede ser que no seamos adeptos de dicha religión pero en ocasiones como hijos de Dios, con el entendimiento infectado por la filosofía de este mundo en que vivimos, en ocasiones llegamos a pensar de la misma manera.  Junto con Marta la hermana de Lázaro le recalamos a Dios, “Señor, si hubieses estado aquí, . . . .” (Juan 11:21) o igual que el salmista llegamos a decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.” (Salmo 22:1-2)

          Las Escrituras, sin embargo, de manera rotunda contradicen la propuesta de este teólogo y niegan el hecho de que Dios este lejos de nosotros. 

Empezando por la idea de que Dios es tan trascendente que no puede ser inmanente y mucho menos un Dios que nos entiende porque no ha experimentado las vicisitudes de la vida humana y como consecuencia su compasión y comprensión no pueden ser verdaderas ni confiables, veamos lo que nos dice Hebreos 4:15-16 acerca del Señor Jesucristo quien es Dios en su plenitud: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”  Pudiera haber sido cierto que Dios no nos entiende si Dios no se hubiera encarnado pero en la persona del Hijo lo hizo como lo vuelve a repetir en Hebreos 2:17-18: “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”  Si negamos esto entonces negamos algo intrínseco a todo el proceso de la salvación.  Lo hermoso y glorioso  de esto es que en su obra de encarnación se hizo uno con nosotros y padeció siendo hombre lo que padecemos nosotros.

          ¿Sufrió Cristo la soledad?  ¿Quién más que nosotros podría entender este sentimiento sino el mismo creador del hombre? Si alguien no fue comprendido por sus padres fue el Señor Jesús.  Fueron María y José sus padres que le reclamaron cuando le hallaron en el templo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:48-49) ¿Quién, como Jesús, ha sido desamparado por sus amigos en el tiempo de mayor necesidad?: “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40).  O, ¿quién ha sufrido la traición por parte de un amigo como el Señor Jesús?: “Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” (Lucas 22:48)

          ¿Cómo podemos entonces dudar de la comprensión y cercanía de Dios en nuestras vidas?

Aun así regresemos a la enseñanza que tenemos desde las primeras páginas de las Escrituras. En los primeros capítulos de Génesis nos damos cuenta que como nuestro Creador Dios es quien puede entendernos mejor que cualquier otra persona porque nos ha hecho a su imagen y semejanza. (Génesis 1:26 – 27) Es por eso que los pasaje que hemos visto del salmista eran una realidad en su ser, aun antes de la encarnación, pero aún más el día de hoy Dios es Emanuel, el Dios cercano, el Dios que está entre nosotros. Aun cuando Cristo, quien vivió entre nosotros, se ha ido, nos ha dejado a su Santo Espíritu que vive con nosotros y está en nosotros.

          ¿Será que Dios sólo alivia nuestra soledad? No, no podemos pasar por alto el hecho que Dios entiende tanto nuestras tristezas como nuestras alegrías.  Como hemos dicho Dios nos ayuda en nuestras debilidades y pudiera ser que allí es donde existe nuestra mayor necesidad.  Cuando pasamos por tiempos de gozo y paz no nos hacemos tan conscientes de la necesidad de otros y en especial de nuestro Dios.  Sin embargo, como se puede disfrutar de una alegría si no existe con quien compartirla.  No es cierto que los momentos especiales de nuestra vida están infundidos de rituales que incorporan la presencia de nuestros más íntimos familiares y amigos.  ¿Se puede celebrar un cumpleaños sin la compañía de amigos o familia?  ¿Quién no desea que haya invitados en su boda? ¿Quién se queda para sí solo con la noticia de la llegada de un bebé a la casa?

          Dios de igual se alegra con nosotros en los momentos especiales de nuestra vida.  Él está allí en los momentos de logros importantes y lo comparte con nosotros.  Podemos estar seguros de esto porque nos dice que en el momento más importante de la vida de un ser humano todo el cielo se goza. “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” (Lucas 15:10) 

Si Dios nuestro creador ha puesto estas emociones en nuestra vida, ¿cómo puede Él no participar de ellas?  Podemos estar seguros que Dios junto con nosotros se goza como se gozó en las bodas de Caná. 

          Por último quisiera solo recordar que en aquellos momentos cuando “sentimos” que Dios no está cerca de nosotros.  Esto solo es un espejismo, una ilusión “óptica”, que resulta de nuestras propias emociones.  Dios siempre está cerca, nosotros somos los que en ocasiones nos alejamos de Él.  Por el pecado, si podemos crear distancia en nuestra relación con Él,  pero tan pronto reconocemos nuestro pecado y nos acercamos a él con el arrepentimiento necesario se restaura la relación y se siente la cercanía.

          Otra razón por la cual en ocasiones nos sentimos alejados de Dios y por lo tanto solos en nuestra tristeza o alegría, es porque no hemos aprendido a confiar en Dios y a disfrutar de una relación íntima con él.  Puede ser que en ocasiones esto resulte del hecho de que por las experiencias humanas que hemos tenido le atribuimos las mismas faltas y debilidades humanas a Dios.  No confiamos en él y por lo tanto no nos acercamos con él. No porque Él no esté cerca sino porque nosotros no nos acercamos.  Tenemos miedo a que nos falle al igual que tantos otros y por lo mismo no le buscamos.

          Por otra parte si no aceptamos de su mano lo que él nos da sea “bueno” o “malo” y somos desagradecidos entonces no podremos disfrutar de su presencia.  La gratitud es una de las claves para deleitarse en su presencia.  Cuando esto ocurre entonces entenderemos de manera más plena su cercanía.  

          Volviendo a la razón por lo que hemos mencionado todo esto y la razón de todo este estudio es la gratitud. ¿No es de esperarse que seamos agradecidos con Dios porque él está cerca?  No hay dios como nuestro Dios que esté tan cerca que podamos aun aquí en esta vida disfrutar de su presencia.  Tenemos acceso directo al trono de la gracia;  tenemos entrada a todo momento a la presencia del creador del universo que es también nuestro salvador.  A él sea toda nuestra alabanza y gratitud por ser lo que es – Emanuel.

“Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, Pues cercano está tu nombre; Los hombres cuentan tus maravillas.” (Salmo 75:1).



[1] Shem – name, Theological Wordbook of the Old Testament,  vol.2, (Chicago: Moody, 1980).
[2] Ibid.

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