Thursday, December 11, 2014

Celebrando a la Virgen de Guadalupe: ¿Y qué tal si se cumple el milagro?

Celebrando a la Virgen de Guadalupe:
¿Y qué tal si se cumple el milagro?

     Hoy en las noticias escuchaba a un sacerdote que hablaba de todas las cosas maravillosas y milagros que han ocurrido en torno a la imagen de la virgen de Guadalupe.  Decía que en una ocasión le cayó a la imagen ácido muriático y que solo se restauró la imagen.  También decía que en el iris del ojo está plasmada la escena donde Juan Diego se presenta ante el obispo con la imagen estampada en su tilma.

     Yo sí creo que los milagros ocurren y que su origen no siempre es Dios.  Cuando Dios mandó a Moisés a presentarse ante el faraón, le dio unos milagros que hacer para comprobar que él venía departe de Dios.  Sin embargo, los magos del faraón duplicaron los milagros.  Ellos también tiraron sus varas en el suelo y se convirtieron en serpientes.  Moisés, ni en ninguna parte de la Biblia, rechaza que haya sido un milagro pero no era de Dios.  La serpiente (vara) de Moisés se traga a las otras serpientes.

     Puede ser que los milagros en torno de la virgen de Guadalupe sean ciertos, por otra parte pudieran ser inventos de hombres.  Sería difícil comprobar.  Pero supongamos que si sean milagros, aun así la Biblia condena la veneración y adoración que se le rinde a esa imagen.  En Deuteronomio 13:31-34 nos dice:

Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis.

     Si los milagros son ciertos entonces no son de Dios porque no están llevando a la gente a adorar más a Dios.  Le están poniendo más atención a la virgen y esto Dios lo condena.

          El peligro que veo no solo es para aquellos que siguen a la Virgen de Guadalupe, sino para todos los que hoy en día se emocionan porque ven que alguien hace milagros.  ¿Nos estaremos dejando desviar para adorar a otra cosa o a otra persona más que a Dios?

          Que Dios nos mantenga fieles a su palabra y que en estas fechas nuestra adoración sea sólo para él.



Sunday, September 7, 2014

         La Gratitud y la Justicia de Dios 

          El mundo en que vivimos sufre por la injusticia.  A menudo escuchamos de personas que han sido maltratadas por las autoridades mismas que nos deben de brindar protección y de ricos y pobres que se aprovechan de su prójimo y el crimen queda impune.

          Todos deseamos verdadera justicia, pero no se ve ni parece haber indicios de que lo veremos en nuestro mundo.

          “La organización Transparencia Internacional publicó . . . su Índice de Percepción de la Corrupción 2013 y ubicó a México en el lugar 106 de 177 naciones, lo que lo coloca como uno de los países más corruptos para el organismo.”[1] Esto nos indica la situación actual de nuestro país.  Según el mismo artículo, todos los países sufren de corrupción.  Porque esto ha sido un problema desde el comienzo de la historia humana, Dios en las leyes del Antiguo Testamento advirtió a Israel que no cometieran prácticas corruptas ni en el comercio ni en el proceso de justicia: “Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Deuteronomio 25:15)
La esperanza que tenemos nosotros como hijos de Dios es que nuestro Dios es justo y cuando todo se haya hecho y dicho su justicia prevalecerá. Esto nos debería producir gratitud.  Nuestro Dios no es como los otros dioses que tuercen el ejercicio de la justicia tomando cohecho -- o que nombre le podemos poner al hecho de que los dioses le hacen bien a sus devotos a cambio de una ofrenda o sacrificio. “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.” (2 Crónicas 19:7)

          En las Escrituras no parece haber una exhortación de agradecer a Dios por su justicia a diferencia de otros de sus atributos que hemos visto.  Sin embargo, creo firmemente que lo vemos como algo implícito en las enseñanzas de la Palabra de Dios.  Veamos que existen varias razones por las cuales podemos estar agradecidos con nuestro Dios por el hecho de que Él es justo.

          Empezaremos por ver que su justicia, como dijimos, prevalecerá para los que son sus hijos al final de los tiempos.  En el presente aun los hijos de Dios sufren injusticias y parece ser, que como el salmista nos preguntamos dónde está Dios cuando todo esto pasa. Es mi opinión que una de las  razones por las cuales se escribió el libro de Apocalipsis fue para darnos una esperanza que al final de los tiempos Dios y su justicia reinarán en este mundo y por toda la eternidad.  Vemos en este mismo libro que hay aquellos hijos de Dios, como en nuestros tiempos, que están pidiendo que se haga justicia. “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:9-10).  Junto con ellos hay muchos que en nuestros tiempos de manera injusta son torturados y muertos y cuyo único crimen es creer en Cristo Jesús como su Salvador.  ¿Hay justicia para ellos? Podemos decir con toda certeza ¡Sí! Nuestro Dios es justo y no pasará por alto esto que los hombres hacen. 

          Creo que a medida que se acercan los tiempos finales es importante que recordemos esto porque la Palabra de Dios le promete sufrimiento al cuerpo de Cristo antes que Él venga.  En vista de esto podemos vivir seguros de que Dios es un Dios justo. Debemos ofrecerle nuestra gratitud porque Él es un Dios que no se olvida de nosotros ni de la injusticia que sufrimos nosotros o nuestros hermanos en Cristo.  A final de cuenta Dios hará justicia y lo hará de manera perfecta.

          También debemos estar agradecidos con Dios porque en su trato con nosotros Él es justo.  Esto lo podemos ver en varios ámbitos de nuestra relación con Él.  Empecemos por ver su justicia en relación con nuestra salvación.
          Según Romanos 3:26 Dios en su salvación es justo y “el que justifica al que es de la fe de Jesús.”  La salvación que Dios nos ofrece no hace a un lado la justicia y es por esto que Dios en Cristo tuvo que cargar en su persona la culpa de todos nosotros: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21) A la vez para aquellos que aceptan este sacrificio a favor de sí mismos, Él les ofrece una santidad perfecta: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14)
Sin esta satisfacción completa de la justicia divina no se podría de manera justa impartir una santidad perfecta, la cual se requiere para entrar a la presencia de Dios. Esta es una definición de una salvación completa porque sin santidad no podemos ver a Dios y ser restaurados Su plan perfecto. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14). 

          No es esto algo glorioso.  Si Dios de manera injusta ofreciera la salvación al mundo, no podríamos nunca estar seguros de las condiciones por medio de las cuales pudiéramos alcanzar esa salvación, como tantos que en otras religiones buscan la salvación pero nunca están seguros de ella.  Volvemos a hacernos la pregunta, cuantas misas se tendrán que ofrecer para asegurar la salvación o que tantas penitencias antes de estar verdaderamente seguros del perdón.  Solo Dios, porque es justo, nos puede asegurar la salvación.  El pecador arrepentido puede saber con certeza que sus pecados han sido perdonados y que ahora es hijo de Dios porque en su justicia Dios ha cumplido con todas las exigencias de Su ley y nunca cambiará las condiciones bajo las cuales Él ofrece a toda la humanidad la salvación. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1Jn 1:9)Es por eso que decimos que esto es algo glorioso y como consecuencia algo por lo cual, como ya dijimos, debemos agradecer a nuestro Dios.

          No es solo en la salvación que Dios nos trata con justicia.  Dios juzga a toda la humanidad con su justicia y pesa el valor de cada una de nuestras acciones de la misma manera.  Esto también debe traer un sentido de seguridad para los que reflexionan en ello.  Sabemos que Dios juzga y al juzgar lo hace de manera justa. “Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud.” (Salmo 98:9) Nunca se desvía ni a la derecha ni a la izquierda.  Si conocemos su Palabra y su ley sabemos exactamente lo qué podemos esperar de Él.  Nunca habrá sorpresas. Por una parte esto es motivo de gratitud y como este Salmo lo expresa, por esta razón
Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del rey Jehová.
Brame el mar y su plenitud,
El mundo y los que en él habitan;
Los ríos batan las manos,
Los montes todos hagan regocijo
Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud.
(Salmo 98:4-9)

Hubo un tiempo que me preguntaba sobre lo apropiado de este Salmo.  Como se le insta a la creación a alabar a Dios porque el juzgará al mundo, si su juicio será devastador.  Sin embargo, si reflexionamos en verdad es motivo de gratitud porque aun hay y habrá verdadera justicia. Es porque Dios es justo en todo, que podemos vivir seguros bajo su dominio.  En las obras de sus manos nunca hay injusticia y siempre nos juzgará justamente.

Para algunos esto pudiera ser un panorama aterrador pero para el hijo de Dios esta es una verdad que nos reconforta porque en Jesucristo se hizo toda justicia.  Por otra parte como dice en el Jeremías cada persona será juzgada por su propia maldad: “cada cual morirá por su propia maldad.” (Jeremías 31:30)  Justos no pagarán por injustos como suele suceder en este mundo.  Por otra parte, si quebranto la ley de Dios, sé que esperar.  La ley de Dios y su Palabra es clara.  No requiere de mucha inteligencia entender cuál es nuestra obligación y deber como seres humanos y como hijos de Dios. La justicia no existe en ocasiones y en otras no. Esto nos quita toda inseguridad.

Cuando la justicia no existe, el hombre vive de manera insegura como el hijo que nunca sabe cuando sus padres lo han de castigar porque no sabe cuantas infracciones se requieren para que sus padres se harten y le caigan con todo el peso de la ley o si habrá castigo sencillamente porque ellos están de mal humor.  En el mundo vemos esto a menudo en situaciones como cuando uno pasa junto a un agente de transito en la calle y sigue uno checando por el retrovisor para asegurarse que no lo van a detener.  Dios no es así, su justicia es eterna. “Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.” (Salmo 119:142)

          De igual manera, porque Dios es justo el recompensará a cada uno las obras que se han hecho en su nombre y para su gloria porque Él lo ha prometido. “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” (Marcos 9:41) y “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:12) Después de habernos dado la salvación, en su justicia en razón de sus promesas Dios nos recompensará de maneras en que aun no podemos entender.  A su vez habrá aquellos que por hacer caso omiso a la Palabra de Dios o por poner más en alto los placeres y ocupaciones de este mundo en vez de la voluntad Dios, sufrirán perdida.  “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” (1 Corintios 3:15) Aun en esto Dios es justo, la persona sufrirá pero no será excluido de su presencia porque en su justicia Cristo cargó con toda su culpa.

          Pudiera ser que se podrían explorar otros ejemplos de la justicia de Dios pero éstas nos bastan para ver que la verdad que Dios es Justo es un motivo para agradecerle a Dios. 

Cantemos alegres a Jehová, pueblo suyo
Demos gracias los redimidos
Porque nuestro Dios es eternamente Justo.





[1] México está entre los países más corruptos para Transperancy International. CNN México [en linea]. 3 Diciembre 2013. [fecha de consulta: 7 Septiembre 2014]. Disponible en: http://mexico.cnn.com/nacional/2013/12/03/mexico-esta-entre-los-paises-mas-corruptos-para-transparency-international.

Sunday, August 10, 2014

La Gratitud y la Misericordia

La Gratitud y la Misericordia


Al seguir estudiando los atributos de Dios que nos deben causar gratitud encontramos la misericordia.  ¿Qué es la misericordia? Según el Diccionario de la Real Academia misericordia se define como: “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos. (Dicionario de la Academia 22a edición, 2001 ) En el contexto bíblico se usan varias palabras que se traducen misericordia.  Una de ellas es la palabra Jésed que la Septuaginta[1] (la traducción judía del Antiguo Testamento al griego) traduce como misericordia.  Dentro de las listas de los atributos de Dios pudiéramos decir que la misericordia es parte de su amor que es una de las acepciones de la palabra Jésed.   Dios es amor y por lo tanto uno de los aspectos de este atributo es la misericordia.

¿Cuál es la diferencia entre la misericordia y la bondad de Dios?  Cuando hablamos de su bondad estamos hablando de esa característica de Dios por la cual él hace cosas buenas sencillamente porque él es bueno.  Pudiera ser que haga lo bueno aun cuando no lo merezcamos. La misericordia sin embargo es también un aspecto de la bondad de Dios pero se manifiesta cuando el objeto le ha ofendido o a transgredido su ley.

Cuando pensamos en la misericordia por lo general nos enfocamos a actos específicos que demuestran esta característica de una persona o de Dios.  En este caso, me quisiera enfocar no en los actos misericordiosos sino en el atributo en sí.  La frase “Misericordioso y clemente es Jehová” o una frase parecida aparece siete veces en las Escrituras ( 2 Crón 30:9;  Sal.103:8, 111:4;112:4, 116:5, 145:8, 145:17; Joel 2:13).  Si lo ponemos en el contexto del Antiguo Testamento donde Dios en numerosas ocasiones hace un contraste entre su persona y los dioses de los pueblos, Él, a diferencia del concepto de divinidad creada por el hombre, es misericordioso. 

Los dioses de los pueblos son rencorosos y vengativos.  De manera constante sus adeptos tienen que estar apagando su ira o apaciguando su venganza con ofrendas y sacrificios, en algunos casos hasta con sacrificios de seres humanos (Deut. 18:10 y 2 Reyes 16:3), para conseguir su benevolencia.  En contraste Dios,  a pesar de la infidelidad de su pueblo es misericordioso y lento para la ira – se acuerda de que somos polvo (Sal. 103:14).  No es que Dios no sea justo y que nunca se enciende su ira sino que su justicia se ve templada siempre por la misericordia.

Como todo atributo de Dios tenemos que entender que este siempre función en conjunto y en relación a todos los demás atributos de Dios.  Nunca se manifiestan sus atributos aisladamente pero también nunca dejan de manifestarse.  Dios es un Dios en el que todos sus atributos operan de manera integral.

Si tomamos todo esto en cuenta tenemos que concordar con el Salmo 136:1, 2, 3 y 26 que el hecho de que Dios es misericordioso es motivo de gratitud y de alabanza[2].  De manera especial en estos versículos nos dice que lo hagamos porque su misericordia es para siempre.  En otras palabras Él nunca cambiará.  Es parte de su carácter ser misericordioso y como Dios es eterno su misericordia es para siempre.

Esto nos debería causar gratitud en razón de que su manera de tratarnos como humanos será siempre consistente.  La misericordia en el caso de Dios no es un sentimiento pasajero o una manera variante de actuar. Dios no es misericordioso un día y al otro no.  Esto lo vemos claramente en el registro bíblico. Su misericordia se extiende a todo hombre en todo lugar y en todo tiempo.  El no busca la muerte del impío sino que busca que todos se arrepientan y vengan a él y por lo tanto es paciente y misericordioso. 
Si nos tomamos el tiempo para recapacitar nos damos cuenta que si no fuera por este atributo no podríamos esperar vivir más que un segundo en razón de que de manera consistente, como humanos, a Dios le somos infieles.  Dios por lo tanto nos mira a través de sus ojos de misericordia y espera que regresemos a él en arrepentimiento. El hecho de que usted y yo hemos amanecido otro día y estamos gozando de la vida es una manifestación de la misericordia de Dios.

Tenemos que pensar que aun cuando Dios nos disciplina o permite que situaciones difíciles entren a nuestra vida estas siempre se ven templadas por su misericordia. Dios nunca deja caer sobre nosotros el peso completo de su ira hasta que de manera obstinada nos resistimos a su misericordia. Es por esto que podemos agradecer a Dios su misericordia.

Gracias sean dadas a nuestro Dios porque para siempre es su misericordia.




[1] Web de Recursos “Cristianos”. Diccionario de Hebreo Bíblico de Moises Chavez.  “Misericordia”. http://www.encinardemamre.com/hebreo-M.html accesado 10 de agosto de 2014.
[2] Las versiones La Biblia de las América y La Nueva Versión Internacional como también las siguientes versiones en inglés traducen la palabra yadah como dar gracias:  King James Bible, New American Standard Bible, New International Versión

Sunday, July 20, 2014

La Gratitud y la Bondad de Dios

La Gratitud y la Bondad de Dios*


Otro de los atributos de Dios que nos mueven a la gratitud es su bondad.  Dios es bueno en un sentido perfecto.  Nunca deja de ser bueno y en su bondad nunca hay ninguna sombra de imperfección. 
Para el ser humano que es bueno, su bondad en tantas ocasiones se ve contaminada por motivos que corrompen es bondad.  ¿En cuántas ocasiones no es cierto que una persona se muestre buena con un fin egoísta?  Se muestra como persona buena porque desea que los que le rodean y que le conocen lo quieran.  En el fondo de su bondad hay una semilla de egoísmo.  No es una persona buena porque desea el bien de otros, aun cuando esto pudiera ser parte de su motivación, sino que es buena por su propio bien.  Hay otras que son buenas porque buscan compensar con su bondad algún otro defecto en su persona o para reparar algún mal que hayan hecho.  Hablamos de personas como las que con su caridad buscan ajustar las balanzas de su pecado ante Dios o como las personas que para justificar algo de lo cual les remuerde la consciencia buscan apaciguarla haciendo a otros algún bien.
Dios como ser bueno no es así.  No hay ningún egoísmo ni falsedad en su persona.  Cuando hace el bien parte de un corazón que solo busca hacer el bien por hacer el bien, porque es parte de su naturaleza.  Su bondad siempre va dirigida en un cien por ciento hacia el objeto de su bondad.
Es por eso que el salmista nos insta agradecer a Dios porque Él es bueno.  En Salmo 106:1, 107:1, 118:1, 29 y 136:1 y en I Crónicas 16:34 se nos dice que debemos dar gracias a Dios porque él es bueno. 
Una vez más en la Reina Valera se traduce la palabra yâdâh” como “alabad” pero recordemos que otras traducciones[1] lo han traducido como dar gracias porque es una traducción valida.  En este caso los tres salmos que mencionamos empiezan con la palabra Aleluya seguida por el mandato de dar gracias.  Esto pudiera ser una mejor traducción siendo que la palabra Aleluya en si significa Alabad a Jehová.  ¿Cómo hemos de alabar a Jehová? Dando gracias porque él es bueno.
Tenemos que entender que en estos casos no se nos está motivando a alabar a Dios por los beneficios que nos ha dado.  No es por nada que Dios haya hecho sino porque su naturaleza es buena, porque Él es bueno. 
Si pensamos en los dioses que el hombre ha creado con su imaginación, todos en alguna manera carecen de esta virtud.  No es que todos los dioses no hagan cosas buenas sino que no son buenos en su naturaleza.  Su carácter se ve infectado por las mismas imperfecciones que aquejan al hombre.  Su bondad en alguna forma siempre es una bondad interesada. No buscan el bien del objeto sin ningún interés más que hacerle bien.
Para esto sólo hay que ver las prácticas de las religiones a lo largo y ancho de nuestro mundo, pero enfoquémonos en la religión que conocemos aquí en las Américas.  ¿Qué se puede decir de las mandas que se prometen a equis virgen o santo, de las peregrinaciones que se hacen a lugares específicos donde se tiene una capilla, iglesia o basílica dedicada a alguna virgen o un santo, de las veladoras que se prenden ante estampas o en altares, de las fiestas que se dedican a los santos patronos?  No son todas estas formas en que se busca comprar la benevolencia del santo.  Lo mismo podríamos decir de las prácticas que se llevan a cabo en otras culturas dedicadas a otras deidades.  La mayoría de sus prácticas religiosas reconocen que sus dioses no son buenos en su naturaleza, no hacen el bien porque sencillamente lo quieren hacer en razón de que son buenos aun cuando sus adeptos les sean infieles.
Nuestro Dios a diferencia es bueno.  Su bondad no se ve afectada por algún interés propio aunque es cierto que Él mismo nos manda que le alabemos por su bondad.  Sin embargo, este deseo de Dios de ser alabado por su bondad no es un deseo egoísta sino una expresión del deber del hombre.  Dios como soberano merece toda nuestra adoración porque adoración de cualquier otro ser u objeto es actuar en base a una mentira.  Si adoramos a otro ser u objeto entonces estamos diciendo que tiene un lugar en el universo a la par con Dios o por encima de Él.  Esto es una mentira.  No hay nada que exista en el mundo sea del mundo espiritual o del mundo físico que sea igual a o mayor que Dios.  Además, Dios nos manda que le demos gracias por su bondad porque él conoce el beneficio que recibimos nosotros cuando lo hacemos.  Como hemos visto en otros puntos anteriores, cuando no hay gratitud en nuestro corazón nosotros salimos sufriendo. Nos volvemos ingratos y puede producir hasta amargura.  En específico, cuando no agradecemos a Dios su bondad empezamos a dudar de ella.  Empezamos a ver a Dios como un Dios frio, duro, interesado, alguien que no se compadece de nuestras aflicciones y todo esto no es verdad sino lo contrario, por su bondad Dios es amoroso, compasivo y grande en misericordia que nunca se olvida de nosotros y se interesa personalmente en la vida de cada uno de sus hijos y de sus criaturas.
Además podemos añadir que nuestro Dios es bueno aun cuando su creación no le corresponda en obediencia ni le adore.  Dios sigue haciendo salir el sol sobre justos e injustos (Mateo 5:45) aun cuando todos somos merecedores del castigo de Dios.  Si no fuera por su misericordia que es una expresión de su bondad todos seríamos consumidos (Lamentaciones 3:22) porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) y todos hemos pecado (Romanos 3:10, 23). 
La salvación misma que Dios ofrece a todo ser humano es una expresión de su bondad.  Su salvación no está condicionada a nada que nosotros podamos  hacer.  Todo es de gracias (Efesios 2:8 y 9) porque todas nuestras justicias, lo mejor que nosotros podamos hacer no vale nada ante Dios.  Toda acción buena del hombre hecha en sus propios esfuerzos y por sus propios méritos está contaminada por el pecado.  Aun así y a pesar de que nosotros somos sus enemigos, estamos en enemistad con Él, el nos ha amado y nos sigue tratando con compasión buscando que aceptemos la salvación que le costó la vida de su hijo y que tantas personas a pesar de eso la rechazan.  Porque Él es bueno es paciente no queriendo que ninguno perezca sino que todos vengan al arrepentimiento (II Pedro 3:9).
¿Qué podremos decir nosotros que somos hijos de Dios y que tratamos con tanta infidelidad?  ¿No es Dios bueno? ¿Cuándo nos ha tratado con toda justicia?
Hago estas preguntas porque muchos que son hijos de Dios cuestionan la bondad de Dios cuando algo mal les llega a suceder o cuando Dios no contesta sus oraciones conforme a su agrado.  Como hijos de Dios tantas veces vemos que cuestionamos la bondad de Dios cuando Dios nos quita a un ser querido o que no nos sana de alguna enfermedad que nos aqueja.  Aun más triste creo es cuando aquellos que se nombran por el nombre de Cristo se comportan como hijos mimados y esperan que Dios les cumpla todos sus antojos y cuando Dios no lo hace se enojan con él y dejan de buscarle no orando ni yendo a los cultos de la iglesia etc. como si estuvieran castigando o importunando a Dios por su falta de bondad.
Dios, sin embargo, es  bueno aun cuando hace cosas que a vista de nuestros ojos con nuestra perspectiva limitada parecen malas.  Un ejemplo clásico de esto es la deportación de los judíos.  Todo el sufrimiento y aunado al destierro según Dios fue una muestra de su bondad.  El dice profetizando este evento en Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” Lo mismo nos recuerda a nosotros en el nuevo Testamento en Hebreos 12:6-8: “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” A final de cuentas todo esto resulta en fruto apacible de justicia que estoy seguro que todos deseamos.
          Por eso y muchas cosas más podemos decir que en todo momento y circunstancia Dios es bueno y por lo tanto es digno de que lo expresemos en gratitud.  Como nos ha encomendado el salmista, demos gracias a Dios porque él es bueno.

*Nota:  Este escrito es parte de un proyecto.  No es un producto terminado pero quise compartirlo con ustedes.  Si tiene algún comentario sobre algo que no quedó claro o que piensan que pudiera mejorar este escrito, de favor háganmelo saber a la siguiente dirección  littleguard@gmail.com.




[1] Las versiones La Biblia de las América y La Nueva Versión Internacional como también las siguientes versiones en inglés traducen la palabra yadah como dar gracias:  King James Bible, New American Standard Bible, New International Versión.

Sunday, March 23, 2014

La Gratitud y la Comunión con Dios


Si somos hijos de Dios llevamos su naturaleza y por lo tanto habrá un deseo de ser agradecidos.  Exploremos un poco esta idea. 

Podríamos empezar por una de la razón que acabamos de ver, la obediencia.  Los que viven en comunión con Dios desean obedecerle.  Cristo le dijo a sus discípulos: “si me amáis,  guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15).  No es posible vivir en plena comunión con Dios si no guardamos sus mandamientos y como acabamos de ver el dar gracias es uno de los mandatos que se nos da como hijos de Dios. 

Que podemos decir entonces de cristianos que son fieles en su caminar con Dios y no son gente agradecida.  En la iglesia se les conoce como miembros fieles y buenos cristianos, activos en la iglesia, etc.  Tenemos que recordar que el ser “buen cristiano” y vivir en plena comunión con Dios no siempre son sinónimas.  Yo puedo ser un buen hijo, ser cumplido, dar evidencia de buena educación pero no tener una comunión muy íntima con mis padres.  De la misma manera puedo ser un hijo muy bien comportado de Dios pero no necesariamente vivir en una relación muy íntima con Dios y por lo tanto aun cuando sea obediente en muchos aspectos no necesariamente voy a ser un hijo agradecido.  Puede ser que en alguna área de mi vida me esté rebelando contra Dios y no estoy contento con algo que Dios esté haciendo en mi vida y por lo tanto no me siento agradecido y no lo soy tampoco.  Pongamos por ejemplo alguien que está enfermo de cáncer.  Todos estaríamos de acuerdo que esta es una enfermedad muy difícil.  Si la persona está resentida porque Dios no le ha sanado a pesar de que como iglesia han orado por él y además tiene familia que cuidar o es demasiado joven para morir entonces tal persona probablemente no va a ser una persona que encuentre razones para darle gracias a Dios aun cuando haya muchas en su entorno.  ¿Qué podemos decir de personas que han perdido un ser querido, un hijo pequeño, que Dios no les ha suplido de empleo, o contestado cualquier otra petición que tengan?  Las razones para desviar la atención de las bendiciones de Dios son muchas aun cuando seamos “buenos hijos de Dios”.   No estamos blasfemando su nombre, no estamos viviendo en “pecado”, no estamos dando “mal testimonio” pero si no hay intimidad con Dios.

Volvemos a repetir no es posible tener una relación íntima con Dios y no ser agradecidos.

Otra de las razones porque aseveramos esto es porque uno de los frutos del Espíritu Santo es el amor.  Si en verdad estamos viviendo en comunión con Dios entonces se ha de manifestar en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo.
Este amor que es fruto del Espíritu no sólo es amor para con el prójimo sino también amor para con Dios.  ¿Cómo puedo decir que en verdad amo a Dios si no estoy agradecido con las múltiples bendiciones que trae constante a mi vida?  Si en verdad amo a Dios entonces seré agradecido con él.  Veré cada vez que me detengo a pensar en mi Dios y en lo que está pasando en mi vida que existen un sinfín de razones para darle gracias.  Más adelante estaremos explorando algunas de estas razones que se ven plasmadas en las Escrituras pero por el momento podemos mencionar algunas: la vida, la familia, mi iglesia, el trabajo, la educación que tengo, el sustento y la lista continúa.  En cada una de estas razones podemos encontrar razones también para no estar agradecidos.  Por ejemplo,  puedo estar insatisfecho porque aunque tengo familia mis padres nunca me mostraron amor, aunque tengo salud suficiente para trabajar tengo una rodilla en la cual la artritis no me deja de molestar, aunque tengo trabajo no paga bien o tengo un jefe insoportable y una vez más la lista continúa.  Sin embargo, si el Espíritu Santo está obrando en mí y hay amor entonces veré las razones para sí darle gracias a Dios y pedirle a Dios paciencia o fe para soportar aquello que sea problemático.  Mi amor a Dios me ha de hacer entender que Él es un Dios bueno y que para siempre es su misericordia para conmigo, que en verdad no merezco ninguno de los beneficios del los cuales el me colma.  Como dice Lamentaciones 3:22  y 23: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Dios nos ama tanto que en su amor me lo demuestra abundantemente. Siendo merecedores de la muerte y del castigo eterno y en esta vida siendo tan inconstantes y mal agradecidos con él es de sorprenderse que Dios aun nos colma de sus bendiciones.

          Pero ese amor que el Espíritu Santo produce en nuestra vida no solo produce gratitud hacia Dios sino que también hacia el prójimo.  ¿Cómo puedo decir que amo a Dios si no amo a mi hermano? (1 Juan 4:20) y ¿cómo puedo amar a mi hermano y no expresar mi agradecimiento por el bien que me hace?

          Creo que este es un de los males de los cuales adolece nuestra sociedad: la falta de la expresión de agradecimiento hacia el prójimo y aún en las familias que se nombran por el nombre de Cristo.  Esto sí es un grave problema porque es síntoma de un mal más profundo, la falta de una relación íntima con Dios.  Como hemos estado diciendo, una relación en verdadera comunión con Dios se va a evidenciar en la gratitud tanto a Dios como al prójimo.  Pudiéramos decir que esta es una manera de medir la intimidad con Dios en una familia: qué tan agradecidos son.  Por lo mismo, como tantas cosas es algo que como padres necesitamos enseñar a nuestros hijos.  Si los hijos ven en nosotros gratitud por las bondades de Dios entonces aprenderán a ser agradecidos con Dios y con los que les rodean.

          Otra razón por la cual vemos que la gratitud es una evidencia de la comunión con Dios es que no es posible tener intimidad con Dios sin un conocimiento de su persona.  Si en verdad conozco a Dios le conoceré como el Dios que es: amoroso, bondadoso, misericordioso, fiel, omnisciente, etc.  Si conozco a Dios entonces conoceré que en su gran conocimiento tanto del pasado como del futuro Él sabe lo que es mejor para mí y para el bien de mi vida, no solo tanto en el presente, como también para el futuro. Por lo tanto, no me queda sino estar agradecido por lo que venga a mi vida, me parezca bueno o malo, porque en su gran plan y en sus propósitos todo será para mi bien.  Ningún verdadero mal me podrá suceder.  Lo que parece malo al presente a la luz de la eternidad se verá que fue la bondad y el amor de Dios que lo ordenó así.  Es por eso que si en verdad vivo en comunión con Dios seré una persona agradecida con él y no podré guardarle  ningún rencor por las circunstancias adversas en mi vida. Podré agradecer a Dios en todo tiempo y en toda circunstancia como Pablo lo escribe en I Tesalonicenses 5:18 porque sabré que todo evento y circunstancia en mi vida, de alguna manera, es una pieza en el gran rompecabezas de Dios que a su fin producirá un hermoso retrato.

          Es por eso entre más comunión existe entre una persona y su Dios más agradecimiento habrá.  Entre más se le conoce más confianza hay en él y más admiración por su obra tan perfecta aun cuando no se entiende del todo.

Si vivimos en comunión con Dios entonces la gratitud será un resultado natural.

          En todo esto, sin embargo, hay un misterio o una paradoja.  La gratitud es como hemos estado viendo un resultado de la intimidad con Dios, pero a su vez, el ser agradecido produce intimidad.  Pudiéramos decir que es a su vez un resultado como una causa de la comunión con Dios.

Sunday, March 9, 2014

  La Gratitud como Mandato de Dios

No solo es un peligro la ingratitud por las consecuencias que pudiera tener en nuestras vidas sino que siempre es un peligro desobedecer a Dios.  La gratitud es algo que se nos manda practicar en I Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias a Dios en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
Pudiera ser que pareciera que por aquí deberíamos haber empezado este estudio, sin embargo, creo que para entender la razón de este mandamiento era necesario primero entender el peligro que corremos si no hay gratitud en nuestros corazones.  Los mandamientos de Dios nunca se dan de manera arbitraria.  Primeramente existen en razón de la propia persona de Dios y sus atributos y de los principios que de allí se desprenden.
Como dice Pablo en éste versículo, la gratitud en todo es la voluntad de Dios,  porque toda buena dádiva viene de Dios mismo: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,” (Santiago 1:17).  Él es el que por naturaleza es digno de toda nuestra gratitud.  Siendo que Dios es bueno y el nos colma de sus bendiciones y por lo tato es nuestro deber darle gracias. 

Aun aquellas bendiciones que nos llegan por otros medios ultimadamente vienen de la mano de Dios y por lo tanto le debemos gratitud, gratitud que debe ser expresada.  ¿Quién la da el poder a otros de hacernos bien? ¿De quién vienen los recursos que se usan por otros para suplir nuestras necesidades, para darnos algún regalo? ¿De quién viene la bondad que mueve a otros para hacernos bien?  La respuesta a todas estas preguntas es Dios.  “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día,” (Deuteronomio 8:18).  Agradecemos a las personas que nos hacen bien, por el bien que nos han hecho pero en últimos términos debemos agradecer a Dios.

Es por esto mismo que encontramos en los Salmos el mandato de entrar a la casa de Dios con gratitud.  “Entrad por su puertas con acción de gracias, por sus puertas con alabanza” (Salmo 100:4).   Lo interesante es que este mandato sigue a la necesidad que se expone en el versículo tres de reconocer que Jehová es Dios.  Si Jehová es en verdad Dios y nosotros somos el pueblo de su prado entonces le debemos toda gratitud porque él es bueno y para siempre es su misericordia.
Esto nos lleva a pensar en cómo es que podemos agradecer a Dios en todo si hay circunstancias difíciles y “malas” en nuestra vida.  ¿Cómo puede Dios exigir o demandar gratitud por las cosas malas que nos pasan? ¿No es Dios injusto en esto?  ¿Cómo pueden estas cosas proceder de un Dios que es bueno y abundante en amor?  ¿Si el cuida de nosotros entonces como nos pueden pasar cosas malas y luego cómo podemos agradecer a Dios en esos tiempos de nuestra vida?

¿Cómo puede un padre muriéndose de cáncer agradecer a Dios sabiendo que dejará a su esposa e hijos en situaciones apremiantes? o ¿cómo pueden los padres de una jovencita dar gracias a Dios cuando acaban de perder a su hija en un accidente automovilístico causado por un conductor ebrio? Estas y otras tantas preguntas parecidas son difíciles de contestar, pero no obstante, el mandamiento sigue en pie. 
En momentos como estos hemos de obedecer sabiendo que Dios no sólo es bueno sino omnisciente.  El conoce todo y el fin de todo.  

Para nosotros será difícil descifrar la bondad de Dios en casos como estos pero Dios en su infinita sabiduría sabe lo que está haciendo.  Pudiéramos tomar como ejemplo para esto el caso de Daniel el profeta.  Como jovencito, pudiera ser de apenas 12 años[1], fue llevado como cautivo a la corte de Nabucodonosor.  Aun cuando fue escogido para servir en la corte habrá sido una experiencia traumática.  Su pueblo había sido subyugado, su templo profanado, él hecho prisionero y después eunuco.[2]  ¿Cómo pudiera Daniel cumplir con este mandato de Dios de dar gracias en todo?  Nosotros conocemos el fin de la historia.  Daniel fue usado por Dios para darnos parte de la revelación de Dios, un privilegio del cual pocos han gozado.  Además, fue usado para dar testimonio del Dios altísimo al rey Nabucodonozor y a otros tres reyes. ¿Cuántas personas han gozado de un privilegio como este?  Podemos decir entonces que Daniel fue bendecido por Dios aun cuando al principio las circunstancias parecían ser adversas.

Puede ser que nosotros al igual que tantos otros en la historia nunca sabremos en esta vida cual ha de ser el fin de estas pruebas por las que pasamos o como so una bendición para nuestra vida.  Muchos fieles hijos de Dios han sufrido en esta vida sin saber porqué pero nuestro Dios nos asegura que todo es para nuestro bien.

Puede ser también que sea parte de la disciplina necesaria para nuestra vida.  Según Hebreos 12:6 , Dios “al que ama, disciplina, y azota a todo aquel que recibe por hijo.”  En otras palabras es una bendición de Dios la disciplina porque produce fruto de justicia (Hebreos 12:11).  Para entender todo esto necesitamos entender la palabra “disciplina” que se usa en este versículo.  La palabra en griego es παιδεύω que significa “Educar. Como la educación no se conseguía sin el uso del látigo, este verbo pasó a significar también: corregir, castigar.”[3]  Por lo que vemos es que Dios nos educa nos instruye porque nos ama y en ocasiones usa circunstancias difíciles porque es el medio más efectivo para enseñarnos la obediencia y la fe y para prepararnos para él propósito que Él tiene para con nosotros.  Tenemos el caso de José.  Dios usó el sufrimiento para prepararlo para un gran propósito de salvar muchas vidas.

Por esta razón también podemos decir que las dificultades en nuestra vida tienen un propósito salubre y por lo tanto en medio de las tribulaciones podemos dar gracias a Dios, no necesariamente por el mal, sino porque sabemos que Dios está obrando todo para nuestro bien.

Como vemos es necesario ser agradecidos con Dios en todo y volvemos a lo que vimos en el punto anterior.  De no ser así estaremos viviendo en desobediencia y esto producirá en nosotros un sinfín de efectos nocivos para nuestra vida y crecimiento espiritual.  Nos alejará del Dios que tanto nos ama y nosotros nos iremos por caminos que en vez de acercarnos más nos distanciarán de Él.

          A diferencia la gratitud nos acerca más a Dios.



[1] Robert Jamieson, A.R. Fausset, and David Brown, Commentary Critical and Explanatory of the Whole Bible, (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1871) p. 619.
[2] Daniel 1:3 y 7.  Aspenaz jefe de los eunucos estaba a cargo de Daniel y le dio su nombre.
[3] Web de Recursos “Cristianos”. http://www.encinardemamre.com/Diccionario_Griego_Biblico.html (accesado 9 de Marzo de 2014).

Sunday, February 16, 2014

El agradecimiento y la Verdad


Pablo escribió “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús,” ( I Tesalonicenses 5:18 ) y  le escribió a los de Filipos, “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).  Uno se pregunta cómo fue que Pablo, de entre todos los apóstoles pudo haber escrito estas palabras. 
El escribe que  “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.” (2 Corintios 11:24-28)  Por más que hayamos sufrido no creo que la mayoría de nosotros pudiéramos decir que hemos sufrido algo parecido.
¿Cómo es que Pablo pudo haber escrito que tenemos el deber de dar gracias a Dios en todo con tanta convicción?  ¿Cómo puede ser la voluntad de Dios? ¿Cómo quiere Dios que seamos agradecidos en medio de situaciones tan difíciles? ¿Tenemos un Dios tan insensible?
Lo cierto es que Pablo pudo escribir estas palabras porque él conocía la verdad.  Pablo por su estrecha relación con Dios pudo entender que las circunstancias de esta vida puede ser que parezcan adversas pero en el gran plan de Dios la realidad es otra por completo.  El entendió como los atletas que para alcanzar la meta en los juegos olímpicos la vida no puede pasarse de una manera placentera.  Requiere de mucho esfuerzo, disciplina, sacrificio y hasta dolor físico.
Si nuestra meta es de mayor importancia y valor que una medalla de oro, entonces podemos entender que Dios permite que sus hijos “sufran” y sean disciplinados en esta vida con el fin de alcanzar algo mucho mejor en la eternidad. Si la vida que Cristo nos ha dado es en verdad vida eterna, entonces el enfoque de nuestros esfuerzos y nuestra atención no debería ser en lo que se vive en este plano sino en la preparación que es para la vida que aun nos espera en la presencia de Dios.
Como dice Pablo en la epístola a los Romanos: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:3-5)
Estoy de acuerdo que no siempre podemos entender lo que Dios está haciendo.  El sufrimiento por el cual estamos pasando puede ser un misterio.  ¿Cómo puedo entender el propósito por el cual Dios permite que una pequeña niña de cuatro años y medio muera de cáncer y que pocos meses después su hermanito que venía en camino muera en parto?  Cosas como estas no se entienden y sin embargo el mandato de dar gracias a Dios en medio de estas circunstancias sigue en pie.
Lo cierto es que aun cuando no entendemos el porqué de cada circunstancia, si podemos conocer el Dios que controla las circunstancias y sabemos que es un Dios sabio y amoroso.  Todas las cosas en verdad nos ayudan a bien.  Estas palabras no son solo para tratar de consolar a otros sino una verdad profunda.  Dios nos está preparando para una vida en un plano superior y sabe exactamente lo que pide la recta.  Todos los ingredientes amargos por separados juntos harán uno de estos días un postre delicioso de lo cual estaremos disfrutando.

Dad gracias en todo.  No solo un buen consejo sino un mandato de nuestro Dios.  Considere, ¿si no damos gracias, será que como niños mimados nos estamos rebelando contra un Padre lleno de amor que quiere lo mejor para nosotros y que nosotros sólo deseamos aquellas golosinas que a la larga nos harán daño?
¿Qué querrá decir Cristo cuando dijo, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres?  ¿Será que incluye ser liberados de una perspectiva incorrecta de este mundo y poder ver lo que Dios está haciendo y por lo tanto podemos estar agradecidos en todo?

Saturday, February 15, 2014

Resultados de la Ingratitud

Samantha Lamb, quien le donó uno de sus riñones a su esposo para salvarle la vida, dijo que si pudiera volvería atrás las manecillas del reloj y le donaría su riñón a una persona más necesitada, siendo que su esposo la dejó tres años después de la cirugía que le salvó la vida.

Andy Lamb estaba sufriendo de insuficiencia renal y estaba en tratamientos de diálisis cuando su esposa Samantha lo convención que aceptara uno de sus riñones, reportó la agencia de noticias News.com.au.

La mujer de 41 años se sometió a la cirugía de trasplante en Octubre de 2009 después de haber bajado de peso para continuar con la operación. 

Después que Andy de 45 recibió su riñón la dejo tres años después en agosto del 2012.  Una noche, mientras ella trabajaba Andy se mudó de su casa llevándose la TV y el estéreo dejándole las llaves pero sin ninguna nota o carta de explicación. 

Ella dice que el matrimonio empezó a desbaratarse cuando su esposo la empezó a engañar con una de sus amigas.[1]

Pudiera ser que historias como estas son extremas, pero lo cierto es que la ingratitud se muestra de manera continua a nuestro alrededor y lo más seguro es que en nuestras vidas también.  Según el Diccionario de la Real Academia ingratitud es " desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos. (Dicionario de la Real Academia 22a edición, 2001 ).  Ejemplos de esto lo vemos cuando los hijos se quejan de la comida que se les pone en la mesa en vez de estar agradecidos que hay algo que comer.  Nos quejamos porque no tenemos ropa nueva que lucir para la fiesta o la boda cuando tenemos el armario lleno de ropa que aun sirve muy bien. Envidiamos al amigo que se compro un coche nuevo o una computadora con las últimas innovaciones, y la lista continúa.

Pero lo peor de todo es que como el hombre en la historia, somos mal agradecidos con el Dios que nos dio la vida cuando estábamos condenados a muerte.  En su gran misericordia él dio su vida por nosotros para que nosotros pudiéramos vivir por él. Al principio puede ser que nos hayamos sentido muy afortunados y agradecidos pero con el paso del tiempo nos olvidamos de él y cometemos adulterio espiritual amando más las cosas de este mundo que a su creador y como colmo de males ni agradecemos sus bendiciones con que nos colma todos los días.

Será tan serio este asunto o será algo que podemos pasarlo por alto escudándonos detrás de frases como “la carne es débil y vivo en un mundo imperfecto,” o “Dios sabe que en realidad le agradezco las cosas importantes.”  A mi parecer es algo de grave importancia que como creyentes seamos agradecidos con Dios en todo y por todo porque la ingratitud tiene consecuencias graves.  En contraste la gratitud como veremos más adelante es una característica del carácter de un hijo de Dios.

En la epístola de los Romanos Capítulo 1 nos dice que uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que no reconocieron a Dios ni le dieron gracias. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido." (Romanos 1:21)

Si seguimos leyendo este capítulo primero de Romanos vemos descrita toda la degeneración que encontramos en nuestros días.  Vemos cosas como la idolatría, la falta de moralidad sexual y pudiéramos añadir un sinfín de males que aquejan a nuestro mundo.  Las consecuencias de la avaricia que se palpan día a día en la pobreza de aquellos que sufren porque los que tienen poder y dinero quieren más tienen su raíz en la falta de gratitud por lo que Dios ya les ha dado.  Que tanta de la corrupción que se ve estrangulando a nuestro mundo no tiene su raíz en la ingratitud aun al nivel de la tienda de la esquina que vende kilos de 800 gramos.  Cuanto del maltrato del prójimo no se ve auspiciado por la ingratitud.  Nos aprovechamos de los más débiles que nosotros, sean nuestras esposas, nuestros hijos, el vecino, el que trabaja bajo mi mando porque no estamos satisfechos con lo que Dios nos ha dado queriendo más y más.

No es entonces algo de qué preocuparnos.  ¿Será tan inofensiva entonces la ingratitud?

Sin embargo, el cuadro que hemos pintando aun no está completo. Los matices en ocasiones se vuelven más negros y sombríos.  La ingratitud puede resultar en una vida desenfrenada y degenerada. Cuando el hombre se olvida de Dios y le deja de reconocer como tal, no mostrando su agradecimiento por sus bondades, puede entregarse a la búsqueda de aquello que Dios nos ha “negado”.  No agradeciendo la bendición de los placeres que Dios ha puesto a nuestra disposición, el hombre se entrega a la búsqueda de placeres ilícitos como el materialismo, las drogas, el sexo fuera del matrimonio o entre personas del mismo género.  No solo se complace en ellos sino también en aquellos que las practican no importando el dolor ni el daño que le causen a otros.  Ejemplo de esto lo vemos en el trafico de humanos con la finalidad de satisfacer el placer de aquellos que buscan placer sexual sin compromiso.  Lo vemos también en hijos desatendidos porque papá y mamá quieren tener una casa más grande o un coche más nuevo.

En otros casos la falta de agradecimiento se vuelve en amargura.  Cuando el hombre no agradece las bendiciones de lo que Dios le ha dado su enfoque se puede volver hacia lo que siente que se le ha negado.  Este fue el caso de Eva en el huerto del Edén.  Estando rodeada de miles de árboles frutales por instigación de Satanás su mente se enfocó en él único fruto que se le había negado.  En vez de agradecerle a Dios tan grande bendición de tener un sinfín de frutos apetecibles se sintió menospreciada por Dios porque no le quiso dar acceso a divinidad que Satanás le prometía que sería suya si lo comiera.

Cuantos en este mundo no viven en las mazmorras de la amargura pudiendo sentir el soplo refrescante de la bendición divina y la luz de su sol amoroso que nos rodean en un raudal de bendiciones diarias como la vida, la familia, el alimento y tantas otras cosas no contando las bendiciones espirituales.  Está gente se encierra en prisiones de su propia hechura cuando se enfocan en algo que sienten que se les haya negado sea la distinción o la muestra de amor que se le otorgó a otro en su lugar o aquella cosa material que nunca ha podido adquirir porque Dios no se lo ha dado.  También se puede manifestar porque alguien le ha despreciado o hecho algún mal cuando ellos merecen algo mejor y no toman en cuenta todas las bendiciones inmerecidas que Dios ya les ha otorgado.  No perdonan a otros ni a Dios estas “injusticias” y se vuelven amargos.

Otros en su ingratitud se vuelven orgullos y altivos.  Se olvidan de dónde proceden las bendiciones de las cuales están gozando. Cristo habló de ellos en la historia que relató del fariseo y el pecador que fueron a orar al templo. El fariseo viendo al pecador le da “gracias” a Dios que no es como otros que son pecadores.  Creyéndose ser los autores de su propio bien, como este fariseo, hay aquellos que se enorgullecen.  Creen que su propia fuerza e inteligencia son el origen todo lo que tienen y por lo tanto no agradecen a Dios.  Si es así entonces que hay que agradecer a Dios.  Sin embargo, no se detienen a pensar que si no fuera porque las misericordias de Dios son nuevas cada mañana no estarían gozando de la vida que llevan.

Que tanto se requiere para que uno pierda la salud o el uso de los miembros de su cuerpo.  Solo requiere de contacto con algún virus o algo similar para que uno pierda para siempre la salud.  Solo se necesita de un borracho detrás del volante y estar en el lugar infortunado para que haya una colisión y uno quede paralítico para siempre.  Cosas como estás se dan todos los días y pensamos que si nos va bien es porque nosotros somos los autores de nuestro propio mundo y de nuestro destino y ¿en qué resulta?  En la falta de gratitud que nos aleja de Dios.

Si somos gente “digna de alabanza” o de “admiración” solo es por la misericordia.  ¿Quién nos dio la bendición de nacer en la familia que nos formó, nos dio las oportunidades que tuvimos para avanzar en este mundo, nos permitió vivir en un país donde pudiéramos gozar de oportunidades que a otros se les niegan, o aun de tener lo mucho o lo poco que tenemos?  Solo Dios pero aun así nos lo queremos atribuir nosotros.

Las rutas a la ingratitud son muchas y las consecuencias son numerosas pero no se nos olvide que todas son peligrosas por más inocentes que parezcan.  La única manera de evitar estas trampas es aprender a ser agradecidos aun en lo más mínimo.



[1] “ ‘Ungrateful’ British hubby dumps wife three years after she donates kidney to him.” Indiatoday. http://indiatoday.intoday.in/story/husband-dumps-wife-three-years-after-she-donates-kidney-to-him/1/340358.html. (accesado 15 de febrero de 2014.)