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Sunday, September 7, 2014

         La Gratitud y la Justicia de Dios 

          El mundo en que vivimos sufre por la injusticia.  A menudo escuchamos de personas que han sido maltratadas por las autoridades mismas que nos deben de brindar protección y de ricos y pobres que se aprovechan de su prójimo y el crimen queda impune.

          Todos deseamos verdadera justicia, pero no se ve ni parece haber indicios de que lo veremos en nuestro mundo.

          “La organización Transparencia Internacional publicó . . . su Índice de Percepción de la Corrupción 2013 y ubicó a México en el lugar 106 de 177 naciones, lo que lo coloca como uno de los países más corruptos para el organismo.”[1] Esto nos indica la situación actual de nuestro país.  Según el mismo artículo, todos los países sufren de corrupción.  Porque esto ha sido un problema desde el comienzo de la historia humana, Dios en las leyes del Antiguo Testamento advirtió a Israel que no cometieran prácticas corruptas ni en el comercio ni en el proceso de justicia: “Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Deuteronomio 25:15)
La esperanza que tenemos nosotros como hijos de Dios es que nuestro Dios es justo y cuando todo se haya hecho y dicho su justicia prevalecerá. Esto nos debería producir gratitud.  Nuestro Dios no es como los otros dioses que tuercen el ejercicio de la justicia tomando cohecho -- o que nombre le podemos poner al hecho de que los dioses le hacen bien a sus devotos a cambio de una ofrenda o sacrificio. “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.” (2 Crónicas 19:7)

          En las Escrituras no parece haber una exhortación de agradecer a Dios por su justicia a diferencia de otros de sus atributos que hemos visto.  Sin embargo, creo firmemente que lo vemos como algo implícito en las enseñanzas de la Palabra de Dios.  Veamos que existen varias razones por las cuales podemos estar agradecidos con nuestro Dios por el hecho de que Él es justo.

          Empezaremos por ver que su justicia, como dijimos, prevalecerá para los que son sus hijos al final de los tiempos.  En el presente aun los hijos de Dios sufren injusticias y parece ser, que como el salmista nos preguntamos dónde está Dios cuando todo esto pasa. Es mi opinión que una de las  razones por las cuales se escribió el libro de Apocalipsis fue para darnos una esperanza que al final de los tiempos Dios y su justicia reinarán en este mundo y por toda la eternidad.  Vemos en este mismo libro que hay aquellos hijos de Dios, como en nuestros tiempos, que están pidiendo que se haga justicia. “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:9-10).  Junto con ellos hay muchos que en nuestros tiempos de manera injusta son torturados y muertos y cuyo único crimen es creer en Cristo Jesús como su Salvador.  ¿Hay justicia para ellos? Podemos decir con toda certeza ¡Sí! Nuestro Dios es justo y no pasará por alto esto que los hombres hacen. 

          Creo que a medida que se acercan los tiempos finales es importante que recordemos esto porque la Palabra de Dios le promete sufrimiento al cuerpo de Cristo antes que Él venga.  En vista de esto podemos vivir seguros de que Dios es un Dios justo. Debemos ofrecerle nuestra gratitud porque Él es un Dios que no se olvida de nosotros ni de la injusticia que sufrimos nosotros o nuestros hermanos en Cristo.  A final de cuenta Dios hará justicia y lo hará de manera perfecta.

          También debemos estar agradecidos con Dios porque en su trato con nosotros Él es justo.  Esto lo podemos ver en varios ámbitos de nuestra relación con Él.  Empecemos por ver su justicia en relación con nuestra salvación.
          Según Romanos 3:26 Dios en su salvación es justo y “el que justifica al que es de la fe de Jesús.”  La salvación que Dios nos ofrece no hace a un lado la justicia y es por esto que Dios en Cristo tuvo que cargar en su persona la culpa de todos nosotros: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21) A la vez para aquellos que aceptan este sacrificio a favor de sí mismos, Él les ofrece una santidad perfecta: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14)
Sin esta satisfacción completa de la justicia divina no se podría de manera justa impartir una santidad perfecta, la cual se requiere para entrar a la presencia de Dios. Esta es una definición de una salvación completa porque sin santidad no podemos ver a Dios y ser restaurados Su plan perfecto. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14). 

          No es esto algo glorioso.  Si Dios de manera injusta ofreciera la salvación al mundo, no podríamos nunca estar seguros de las condiciones por medio de las cuales pudiéramos alcanzar esa salvación, como tantos que en otras religiones buscan la salvación pero nunca están seguros de ella.  Volvemos a hacernos la pregunta, cuantas misas se tendrán que ofrecer para asegurar la salvación o que tantas penitencias antes de estar verdaderamente seguros del perdón.  Solo Dios, porque es justo, nos puede asegurar la salvación.  El pecador arrepentido puede saber con certeza que sus pecados han sido perdonados y que ahora es hijo de Dios porque en su justicia Dios ha cumplido con todas las exigencias de Su ley y nunca cambiará las condiciones bajo las cuales Él ofrece a toda la humanidad la salvación. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1Jn 1:9)Es por eso que decimos que esto es algo glorioso y como consecuencia algo por lo cual, como ya dijimos, debemos agradecer a nuestro Dios.

          No es solo en la salvación que Dios nos trata con justicia.  Dios juzga a toda la humanidad con su justicia y pesa el valor de cada una de nuestras acciones de la misma manera.  Esto también debe traer un sentido de seguridad para los que reflexionan en ello.  Sabemos que Dios juzga y al juzgar lo hace de manera justa. “Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud.” (Salmo 98:9) Nunca se desvía ni a la derecha ni a la izquierda.  Si conocemos su Palabra y su ley sabemos exactamente lo qué podemos esperar de Él.  Nunca habrá sorpresas. Por una parte esto es motivo de gratitud y como este Salmo lo expresa, por esta razón
Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del rey Jehová.
Brame el mar y su plenitud,
El mundo y los que en él habitan;
Los ríos batan las manos,
Los montes todos hagan regocijo
Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud.
(Salmo 98:4-9)

Hubo un tiempo que me preguntaba sobre lo apropiado de este Salmo.  Como se le insta a la creación a alabar a Dios porque el juzgará al mundo, si su juicio será devastador.  Sin embargo, si reflexionamos en verdad es motivo de gratitud porque aun hay y habrá verdadera justicia. Es porque Dios es justo en todo, que podemos vivir seguros bajo su dominio.  En las obras de sus manos nunca hay injusticia y siempre nos juzgará justamente.

Para algunos esto pudiera ser un panorama aterrador pero para el hijo de Dios esta es una verdad que nos reconforta porque en Jesucristo se hizo toda justicia.  Por otra parte como dice en el Jeremías cada persona será juzgada por su propia maldad: “cada cual morirá por su propia maldad.” (Jeremías 31:30)  Justos no pagarán por injustos como suele suceder en este mundo.  Por otra parte, si quebranto la ley de Dios, sé que esperar.  La ley de Dios y su Palabra es clara.  No requiere de mucha inteligencia entender cuál es nuestra obligación y deber como seres humanos y como hijos de Dios. La justicia no existe en ocasiones y en otras no. Esto nos quita toda inseguridad.

Cuando la justicia no existe, el hombre vive de manera insegura como el hijo que nunca sabe cuando sus padres lo han de castigar porque no sabe cuantas infracciones se requieren para que sus padres se harten y le caigan con todo el peso de la ley o si habrá castigo sencillamente porque ellos están de mal humor.  En el mundo vemos esto a menudo en situaciones como cuando uno pasa junto a un agente de transito en la calle y sigue uno checando por el retrovisor para asegurarse que no lo van a detener.  Dios no es así, su justicia es eterna. “Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.” (Salmo 119:142)

          De igual manera, porque Dios es justo el recompensará a cada uno las obras que se han hecho en su nombre y para su gloria porque Él lo ha prometido. “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” (Marcos 9:41) y “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:12) Después de habernos dado la salvación, en su justicia en razón de sus promesas Dios nos recompensará de maneras en que aun no podemos entender.  A su vez habrá aquellos que por hacer caso omiso a la Palabra de Dios o por poner más en alto los placeres y ocupaciones de este mundo en vez de la voluntad Dios, sufrirán perdida.  “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” (1 Corintios 3:15) Aun en esto Dios es justo, la persona sufrirá pero no será excluido de su presencia porque en su justicia Cristo cargó con toda su culpa.

          Pudiera ser que se podrían explorar otros ejemplos de la justicia de Dios pero éstas nos bastan para ver que la verdad que Dios es Justo es un motivo para agradecerle a Dios. 

Cantemos alegres a Jehová, pueblo suyo
Demos gracias los redimidos
Porque nuestro Dios es eternamente Justo.





[1] México está entre los países más corruptos para Transperancy International. CNN México [en linea]. 3 Diciembre 2013. [fecha de consulta: 7 Septiembre 2014]. Disponible en: http://mexico.cnn.com/nacional/2013/12/03/mexico-esta-entre-los-paises-mas-corruptos-para-transparency-international.

Sunday, August 10, 2014

La Gratitud y la Misericordia

La Gratitud y la Misericordia


Al seguir estudiando los atributos de Dios que nos deben causar gratitud encontramos la misericordia.  ¿Qué es la misericordia? Según el Diccionario de la Real Academia misericordia se define como: “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos. (Dicionario de la Academia 22a edición, 2001 ) En el contexto bíblico se usan varias palabras que se traducen misericordia.  Una de ellas es la palabra Jésed que la Septuaginta[1] (la traducción judía del Antiguo Testamento al griego) traduce como misericordia.  Dentro de las listas de los atributos de Dios pudiéramos decir que la misericordia es parte de su amor que es una de las acepciones de la palabra Jésed.   Dios es amor y por lo tanto uno de los aspectos de este atributo es la misericordia.

¿Cuál es la diferencia entre la misericordia y la bondad de Dios?  Cuando hablamos de su bondad estamos hablando de esa característica de Dios por la cual él hace cosas buenas sencillamente porque él es bueno.  Pudiera ser que haga lo bueno aun cuando no lo merezcamos. La misericordia sin embargo es también un aspecto de la bondad de Dios pero se manifiesta cuando el objeto le ha ofendido o a transgredido su ley.

Cuando pensamos en la misericordia por lo general nos enfocamos a actos específicos que demuestran esta característica de una persona o de Dios.  En este caso, me quisiera enfocar no en los actos misericordiosos sino en el atributo en sí.  La frase “Misericordioso y clemente es Jehová” o una frase parecida aparece siete veces en las Escrituras ( 2 Crón 30:9;  Sal.103:8, 111:4;112:4, 116:5, 145:8, 145:17; Joel 2:13).  Si lo ponemos en el contexto del Antiguo Testamento donde Dios en numerosas ocasiones hace un contraste entre su persona y los dioses de los pueblos, Él, a diferencia del concepto de divinidad creada por el hombre, es misericordioso. 

Los dioses de los pueblos son rencorosos y vengativos.  De manera constante sus adeptos tienen que estar apagando su ira o apaciguando su venganza con ofrendas y sacrificios, en algunos casos hasta con sacrificios de seres humanos (Deut. 18:10 y 2 Reyes 16:3), para conseguir su benevolencia.  En contraste Dios,  a pesar de la infidelidad de su pueblo es misericordioso y lento para la ira – se acuerda de que somos polvo (Sal. 103:14).  No es que Dios no sea justo y que nunca se enciende su ira sino que su justicia se ve templada siempre por la misericordia.

Como todo atributo de Dios tenemos que entender que este siempre función en conjunto y en relación a todos los demás atributos de Dios.  Nunca se manifiestan sus atributos aisladamente pero también nunca dejan de manifestarse.  Dios es un Dios en el que todos sus atributos operan de manera integral.

Si tomamos todo esto en cuenta tenemos que concordar con el Salmo 136:1, 2, 3 y 26 que el hecho de que Dios es misericordioso es motivo de gratitud y de alabanza[2].  De manera especial en estos versículos nos dice que lo hagamos porque su misericordia es para siempre.  En otras palabras Él nunca cambiará.  Es parte de su carácter ser misericordioso y como Dios es eterno su misericordia es para siempre.

Esto nos debería causar gratitud en razón de que su manera de tratarnos como humanos será siempre consistente.  La misericordia en el caso de Dios no es un sentimiento pasajero o una manera variante de actuar. Dios no es misericordioso un día y al otro no.  Esto lo vemos claramente en el registro bíblico. Su misericordia se extiende a todo hombre en todo lugar y en todo tiempo.  El no busca la muerte del impío sino que busca que todos se arrepientan y vengan a él y por lo tanto es paciente y misericordioso. 
Si nos tomamos el tiempo para recapacitar nos damos cuenta que si no fuera por este atributo no podríamos esperar vivir más que un segundo en razón de que de manera consistente, como humanos, a Dios le somos infieles.  Dios por lo tanto nos mira a través de sus ojos de misericordia y espera que regresemos a él en arrepentimiento. El hecho de que usted y yo hemos amanecido otro día y estamos gozando de la vida es una manifestación de la misericordia de Dios.

Tenemos que pensar que aun cuando Dios nos disciplina o permite que situaciones difíciles entren a nuestra vida estas siempre se ven templadas por su misericordia. Dios nunca deja caer sobre nosotros el peso completo de su ira hasta que de manera obstinada nos resistimos a su misericordia. Es por esto que podemos agradecer a Dios su misericordia.

Gracias sean dadas a nuestro Dios porque para siempre es su misericordia.




[1] Web de Recursos “Cristianos”. Diccionario de Hebreo Bíblico de Moises Chavez.  “Misericordia”. http://www.encinardemamre.com/hebreo-M.html accesado 10 de agosto de 2014.
[2] Las versiones La Biblia de las América y La Nueva Versión Internacional como también las siguientes versiones en inglés traducen la palabra yadah como dar gracias:  King James Bible, New American Standard Bible, New International Versión

Sunday, March 23, 2014

La Gratitud y la Comunión con Dios


Si somos hijos de Dios llevamos su naturaleza y por lo tanto habrá un deseo de ser agradecidos.  Exploremos un poco esta idea. 

Podríamos empezar por una de la razón que acabamos de ver, la obediencia.  Los que viven en comunión con Dios desean obedecerle.  Cristo le dijo a sus discípulos: “si me amáis,  guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15).  No es posible vivir en plena comunión con Dios si no guardamos sus mandamientos y como acabamos de ver el dar gracias es uno de los mandatos que se nos da como hijos de Dios. 

Que podemos decir entonces de cristianos que son fieles en su caminar con Dios y no son gente agradecida.  En la iglesia se les conoce como miembros fieles y buenos cristianos, activos en la iglesia, etc.  Tenemos que recordar que el ser “buen cristiano” y vivir en plena comunión con Dios no siempre son sinónimas.  Yo puedo ser un buen hijo, ser cumplido, dar evidencia de buena educación pero no tener una comunión muy íntima con mis padres.  De la misma manera puedo ser un hijo muy bien comportado de Dios pero no necesariamente vivir en una relación muy íntima con Dios y por lo tanto aun cuando sea obediente en muchos aspectos no necesariamente voy a ser un hijo agradecido.  Puede ser que en alguna área de mi vida me esté rebelando contra Dios y no estoy contento con algo que Dios esté haciendo en mi vida y por lo tanto no me siento agradecido y no lo soy tampoco.  Pongamos por ejemplo alguien que está enfermo de cáncer.  Todos estaríamos de acuerdo que esta es una enfermedad muy difícil.  Si la persona está resentida porque Dios no le ha sanado a pesar de que como iglesia han orado por él y además tiene familia que cuidar o es demasiado joven para morir entonces tal persona probablemente no va a ser una persona que encuentre razones para darle gracias a Dios aun cuando haya muchas en su entorno.  ¿Qué podemos decir de personas que han perdido un ser querido, un hijo pequeño, que Dios no les ha suplido de empleo, o contestado cualquier otra petición que tengan?  Las razones para desviar la atención de las bendiciones de Dios son muchas aun cuando seamos “buenos hijos de Dios”.   No estamos blasfemando su nombre, no estamos viviendo en “pecado”, no estamos dando “mal testimonio” pero si no hay intimidad con Dios.

Volvemos a repetir no es posible tener una relación íntima con Dios y no ser agradecidos.

Otra de las razones porque aseveramos esto es porque uno de los frutos del Espíritu Santo es el amor.  Si en verdad estamos viviendo en comunión con Dios entonces se ha de manifestar en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo.
Este amor que es fruto del Espíritu no sólo es amor para con el prójimo sino también amor para con Dios.  ¿Cómo puedo decir que en verdad amo a Dios si no estoy agradecido con las múltiples bendiciones que trae constante a mi vida?  Si en verdad amo a Dios entonces seré agradecido con él.  Veré cada vez que me detengo a pensar en mi Dios y en lo que está pasando en mi vida que existen un sinfín de razones para darle gracias.  Más adelante estaremos explorando algunas de estas razones que se ven plasmadas en las Escrituras pero por el momento podemos mencionar algunas: la vida, la familia, mi iglesia, el trabajo, la educación que tengo, el sustento y la lista continúa.  En cada una de estas razones podemos encontrar razones también para no estar agradecidos.  Por ejemplo,  puedo estar insatisfecho porque aunque tengo familia mis padres nunca me mostraron amor, aunque tengo salud suficiente para trabajar tengo una rodilla en la cual la artritis no me deja de molestar, aunque tengo trabajo no paga bien o tengo un jefe insoportable y una vez más la lista continúa.  Sin embargo, si el Espíritu Santo está obrando en mí y hay amor entonces veré las razones para sí darle gracias a Dios y pedirle a Dios paciencia o fe para soportar aquello que sea problemático.  Mi amor a Dios me ha de hacer entender que Él es un Dios bueno y que para siempre es su misericordia para conmigo, que en verdad no merezco ninguno de los beneficios del los cuales el me colma.  Como dice Lamentaciones 3:22  y 23: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Dios nos ama tanto que en su amor me lo demuestra abundantemente. Siendo merecedores de la muerte y del castigo eterno y en esta vida siendo tan inconstantes y mal agradecidos con él es de sorprenderse que Dios aun nos colma de sus bendiciones.

          Pero ese amor que el Espíritu Santo produce en nuestra vida no solo produce gratitud hacia Dios sino que también hacia el prójimo.  ¿Cómo puedo decir que amo a Dios si no amo a mi hermano? (1 Juan 4:20) y ¿cómo puedo amar a mi hermano y no expresar mi agradecimiento por el bien que me hace?

          Creo que este es un de los males de los cuales adolece nuestra sociedad: la falta de la expresión de agradecimiento hacia el prójimo y aún en las familias que se nombran por el nombre de Cristo.  Esto sí es un grave problema porque es síntoma de un mal más profundo, la falta de una relación íntima con Dios.  Como hemos estado diciendo, una relación en verdadera comunión con Dios se va a evidenciar en la gratitud tanto a Dios como al prójimo.  Pudiéramos decir que esta es una manera de medir la intimidad con Dios en una familia: qué tan agradecidos son.  Por lo mismo, como tantas cosas es algo que como padres necesitamos enseñar a nuestros hijos.  Si los hijos ven en nosotros gratitud por las bondades de Dios entonces aprenderán a ser agradecidos con Dios y con los que les rodean.

          Otra razón por la cual vemos que la gratitud es una evidencia de la comunión con Dios es que no es posible tener intimidad con Dios sin un conocimiento de su persona.  Si en verdad conozco a Dios le conoceré como el Dios que es: amoroso, bondadoso, misericordioso, fiel, omnisciente, etc.  Si conozco a Dios entonces conoceré que en su gran conocimiento tanto del pasado como del futuro Él sabe lo que es mejor para mí y para el bien de mi vida, no solo tanto en el presente, como también para el futuro. Por lo tanto, no me queda sino estar agradecido por lo que venga a mi vida, me parezca bueno o malo, porque en su gran plan y en sus propósitos todo será para mi bien.  Ningún verdadero mal me podrá suceder.  Lo que parece malo al presente a la luz de la eternidad se verá que fue la bondad y el amor de Dios que lo ordenó así.  Es por eso que si en verdad vivo en comunión con Dios seré una persona agradecida con él y no podré guardarle  ningún rencor por las circunstancias adversas en mi vida. Podré agradecer a Dios en todo tiempo y en toda circunstancia como Pablo lo escribe en I Tesalonicenses 5:18 porque sabré que todo evento y circunstancia en mi vida, de alguna manera, es una pieza en el gran rompecabezas de Dios que a su fin producirá un hermoso retrato.

          Es por eso entre más comunión existe entre una persona y su Dios más agradecimiento habrá.  Entre más se le conoce más confianza hay en él y más admiración por su obra tan perfecta aun cuando no se entiende del todo.

Si vivimos en comunión con Dios entonces la gratitud será un resultado natural.

          En todo esto, sin embargo, hay un misterio o una paradoja.  La gratitud es como hemos estado viendo un resultado de la intimidad con Dios, pero a su vez, el ser agradecido produce intimidad.  Pudiéramos decir que es a su vez un resultado como una causa de la comunión con Dios.

Saturday, February 15, 2014

Resultados de la Ingratitud

Samantha Lamb, quien le donó uno de sus riñones a su esposo para salvarle la vida, dijo que si pudiera volvería atrás las manecillas del reloj y le donaría su riñón a una persona más necesitada, siendo que su esposo la dejó tres años después de la cirugía que le salvó la vida.

Andy Lamb estaba sufriendo de insuficiencia renal y estaba en tratamientos de diálisis cuando su esposa Samantha lo convención que aceptara uno de sus riñones, reportó la agencia de noticias News.com.au.

La mujer de 41 años se sometió a la cirugía de trasplante en Octubre de 2009 después de haber bajado de peso para continuar con la operación. 

Después que Andy de 45 recibió su riñón la dejo tres años después en agosto del 2012.  Una noche, mientras ella trabajaba Andy se mudó de su casa llevándose la TV y el estéreo dejándole las llaves pero sin ninguna nota o carta de explicación. 

Ella dice que el matrimonio empezó a desbaratarse cuando su esposo la empezó a engañar con una de sus amigas.[1]

Pudiera ser que historias como estas son extremas, pero lo cierto es que la ingratitud se muestra de manera continua a nuestro alrededor y lo más seguro es que en nuestras vidas también.  Según el Diccionario de la Real Academia ingratitud es " desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos. (Dicionario de la Real Academia 22a edición, 2001 ).  Ejemplos de esto lo vemos cuando los hijos se quejan de la comida que se les pone en la mesa en vez de estar agradecidos que hay algo que comer.  Nos quejamos porque no tenemos ropa nueva que lucir para la fiesta o la boda cuando tenemos el armario lleno de ropa que aun sirve muy bien. Envidiamos al amigo que se compro un coche nuevo o una computadora con las últimas innovaciones, y la lista continúa.

Pero lo peor de todo es que como el hombre en la historia, somos mal agradecidos con el Dios que nos dio la vida cuando estábamos condenados a muerte.  En su gran misericordia él dio su vida por nosotros para que nosotros pudiéramos vivir por él. Al principio puede ser que nos hayamos sentido muy afortunados y agradecidos pero con el paso del tiempo nos olvidamos de él y cometemos adulterio espiritual amando más las cosas de este mundo que a su creador y como colmo de males ni agradecemos sus bendiciones con que nos colma todos los días.

Será tan serio este asunto o será algo que podemos pasarlo por alto escudándonos detrás de frases como “la carne es débil y vivo en un mundo imperfecto,” o “Dios sabe que en realidad le agradezco las cosas importantes.”  A mi parecer es algo de grave importancia que como creyentes seamos agradecidos con Dios en todo y por todo porque la ingratitud tiene consecuencias graves.  En contraste la gratitud como veremos más adelante es una característica del carácter de un hijo de Dios.

En la epístola de los Romanos Capítulo 1 nos dice que uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que no reconocieron a Dios ni le dieron gracias. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido." (Romanos 1:21)

Si seguimos leyendo este capítulo primero de Romanos vemos descrita toda la degeneración que encontramos en nuestros días.  Vemos cosas como la idolatría, la falta de moralidad sexual y pudiéramos añadir un sinfín de males que aquejan a nuestro mundo.  Las consecuencias de la avaricia que se palpan día a día en la pobreza de aquellos que sufren porque los que tienen poder y dinero quieren más tienen su raíz en la falta de gratitud por lo que Dios ya les ha dado.  Que tanta de la corrupción que se ve estrangulando a nuestro mundo no tiene su raíz en la ingratitud aun al nivel de la tienda de la esquina que vende kilos de 800 gramos.  Cuanto del maltrato del prójimo no se ve auspiciado por la ingratitud.  Nos aprovechamos de los más débiles que nosotros, sean nuestras esposas, nuestros hijos, el vecino, el que trabaja bajo mi mando porque no estamos satisfechos con lo que Dios nos ha dado queriendo más y más.

No es entonces algo de qué preocuparnos.  ¿Será tan inofensiva entonces la ingratitud?

Sin embargo, el cuadro que hemos pintando aun no está completo. Los matices en ocasiones se vuelven más negros y sombríos.  La ingratitud puede resultar en una vida desenfrenada y degenerada. Cuando el hombre se olvida de Dios y le deja de reconocer como tal, no mostrando su agradecimiento por sus bondades, puede entregarse a la búsqueda de aquello que Dios nos ha “negado”.  No agradeciendo la bendición de los placeres que Dios ha puesto a nuestra disposición, el hombre se entrega a la búsqueda de placeres ilícitos como el materialismo, las drogas, el sexo fuera del matrimonio o entre personas del mismo género.  No solo se complace en ellos sino también en aquellos que las practican no importando el dolor ni el daño que le causen a otros.  Ejemplo de esto lo vemos en el trafico de humanos con la finalidad de satisfacer el placer de aquellos que buscan placer sexual sin compromiso.  Lo vemos también en hijos desatendidos porque papá y mamá quieren tener una casa más grande o un coche más nuevo.

En otros casos la falta de agradecimiento se vuelve en amargura.  Cuando el hombre no agradece las bendiciones de lo que Dios le ha dado su enfoque se puede volver hacia lo que siente que se le ha negado.  Este fue el caso de Eva en el huerto del Edén.  Estando rodeada de miles de árboles frutales por instigación de Satanás su mente se enfocó en él único fruto que se le había negado.  En vez de agradecerle a Dios tan grande bendición de tener un sinfín de frutos apetecibles se sintió menospreciada por Dios porque no le quiso dar acceso a divinidad que Satanás le prometía que sería suya si lo comiera.

Cuantos en este mundo no viven en las mazmorras de la amargura pudiendo sentir el soplo refrescante de la bendición divina y la luz de su sol amoroso que nos rodean en un raudal de bendiciones diarias como la vida, la familia, el alimento y tantas otras cosas no contando las bendiciones espirituales.  Está gente se encierra en prisiones de su propia hechura cuando se enfocan en algo que sienten que se les haya negado sea la distinción o la muestra de amor que se le otorgó a otro en su lugar o aquella cosa material que nunca ha podido adquirir porque Dios no se lo ha dado.  También se puede manifestar porque alguien le ha despreciado o hecho algún mal cuando ellos merecen algo mejor y no toman en cuenta todas las bendiciones inmerecidas que Dios ya les ha otorgado.  No perdonan a otros ni a Dios estas “injusticias” y se vuelven amargos.

Otros en su ingratitud se vuelven orgullos y altivos.  Se olvidan de dónde proceden las bendiciones de las cuales están gozando. Cristo habló de ellos en la historia que relató del fariseo y el pecador que fueron a orar al templo. El fariseo viendo al pecador le da “gracias” a Dios que no es como otros que son pecadores.  Creyéndose ser los autores de su propio bien, como este fariseo, hay aquellos que se enorgullecen.  Creen que su propia fuerza e inteligencia son el origen todo lo que tienen y por lo tanto no agradecen a Dios.  Si es así entonces que hay que agradecer a Dios.  Sin embargo, no se detienen a pensar que si no fuera porque las misericordias de Dios son nuevas cada mañana no estarían gozando de la vida que llevan.

Que tanto se requiere para que uno pierda la salud o el uso de los miembros de su cuerpo.  Solo requiere de contacto con algún virus o algo similar para que uno pierda para siempre la salud.  Solo se necesita de un borracho detrás del volante y estar en el lugar infortunado para que haya una colisión y uno quede paralítico para siempre.  Cosas como estás se dan todos los días y pensamos que si nos va bien es porque nosotros somos los autores de nuestro propio mundo y de nuestro destino y ¿en qué resulta?  En la falta de gratitud que nos aleja de Dios.

Si somos gente “digna de alabanza” o de “admiración” solo es por la misericordia.  ¿Quién nos dio la bendición de nacer en la familia que nos formó, nos dio las oportunidades que tuvimos para avanzar en este mundo, nos permitió vivir en un país donde pudiéramos gozar de oportunidades que a otros se les niegan, o aun de tener lo mucho o lo poco que tenemos?  Solo Dios pero aun así nos lo queremos atribuir nosotros.

Las rutas a la ingratitud son muchas y las consecuencias son numerosas pero no se nos olvide que todas son peligrosas por más inocentes que parezcan.  La única manera de evitar estas trampas es aprender a ser agradecidos aun en lo más mínimo.



[1] “ ‘Ungrateful’ British hubby dumps wife three years after she donates kidney to him.” Indiatoday. http://indiatoday.intoday.in/story/husband-dumps-wife-three-years-after-she-donates-kidney-to-him/1/340358.html. (accesado 15 de febrero de 2014.)

Sunday, January 6, 2013

Una Teología de Gratitud

Una Teología de Gratitud


Se cuenta la historia de una mujer soltera que tuvo un hijo a quien amaba grandemente.  Se sacrifico para darle la mejor educación posible.  Trabajó horas largas y logró mandar a su hijo a una prestigiosa escuela de derecho donde estudió sacándose buenas calificaciones y consiguiendo un buen puesto en un bufet jurídico.  El día de su graduación su madre plancho el mejor de sus vestidos, ya de años pero todavía servible, y fue a la graduación.  Tuvo que buscar su propio asiento porque su hijo se había ocupado con su novia y no le puso atención.  Durante la ceremonia la madre lloraba de contenta y se reía pensando en lo que había logrado para su hijo.  Al terminar la ceremonia con dificultad se acercó a su hijo a quien todos felicitaban por los honores que había alcanzado en sus estudios.  Varias veces intentó conseguir la atención de su hijo pero este no le hacía caso.  Por fin uno de sus amigos le pidió que reconociera a la mujer que tanto le estaba tratando de saludar.  Él volteándose y viéndola le respondió a su amigo, "A, ella es la sirvienta de la casa."

Pudiera ser que historias como estas son extremas, pero lo cierto es que la ingratitud se muestra de manera continua a nuestro alrededor y lo más seguro es que en nuestras vidas también.  Según el Diccionario de la Real Academia ingratitud es " desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos. (Dicionario de la Real Academia 22a edición, 2001 ).  Ejemplos de esto lo vemos cuando los hijos se quejan de la comida que se les pone en la mesa en vez de estar agradecidos que hay algo que comer.  Nos quejamos porque no tenemos ropa nueva que lucir para la fiesta o la boda cuando tenemos el armario lleno de ropa que aun sirve muy bien. Envidiamos al amigo que se compro un nuevo carro o una nueva computadora, y la lista continúa.

En Romanos Capítulo 1 nos dice que uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que no reconocieron a Dios ni le dieron gracias. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido." Romanos 1:21

Esto se entiende como natural entre los que no reconocen al Dios Todopoderoso como su Dios; pero ¿qué de los que dicen reconocerle como el Dios que les ha salvado, no sólo de una condenación eterna sino también de una vida vana y sin sentido; como el Dios en quien confían como su constante protector y quien bendice día a día sus vidas; como el Dios a quien profesan ser su Padre y a la vez amigo?  Digo esto porque toda ingratitud en últimos términos es una ingratitud hacia Dios.  Cuando no agradezco lo que mis padres han hecho por mí no estoy agradeciendo a Dios quien me dio de manera especial a mis padres y quien les dotó de lo necesario para proveer para mi sustento y bienestar.  De igual manera cuando no agradezco a Dios cosas tan sencillas como ese platillo que no se me apetece pero que se me ha puesto por delante para satisfacer mi hambre y el sustento para mi cuerpo y además reniego que no haya algo mejor que comer, no estoy agradeciendo a Dios quien todo provee para mi bien.


El apóstol Pablo por inspiración del Espíritu Santo nos manda: "Dad gracias a Dios en todo."  I Tesalonicenses 5:18.  Este es un versículo que cuando era adolescente lo escribía en cuadros que se vendían en una librería cristiana, pero que con el paso del tiempo he ido entendiendo 
la profundidad de lo que comprende más y más .  Haciendo memoria es interesante recordar que escribía la primera parte del versículo porque se acomodaba más fácilmente a los cuadros pero dejaba fuera lo más importante de este pensamiento: "porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."  ¡Esta es la voluntad de Dios! Decimos tantas veces que queremos conocer la voluntad de Dios pero no hacemos caso a lo que Dios ha declarado tan claramente ser su voluntad: ser agradecidos con Dios en todo.

No pretendo entenderlo del todo ni haberlo aplicado como Dios lo espera, pero ha sido uno de los propósitos de mi vida aprender a ser agradecido.  Por lo mismo he pensado mucho sobre este asunto y me he propuesto estudiar que es lo que la Biblia dice sobre la gratitud.  


Creo que es un tema apropiado para nuestros tiempos y para la iglesia porque la iglesia se ve infectada por la misma ingratitud que se ve en el mundo y se manifiesta a menudo en el diario vivir de la iglesia.  Esta ingratitud genera descontentos que paralisan la obra de la iglesia y que tienen como resultado un avance muy lento de la obra de la iglesia.  Nos ciega al mundo que se muere sin Cristo y nos enecierra en nuestro propio mundo en el cual actuamos de manera mezquina negándoles la oportunidad a otros de conocer al Dios bondadoso, misericordioso, y lleno de gracia porque con la boca predicamos a este Dios pero con nuestras acciones lo negamos.  El mundo al vernos cree mas a nuestras obras que a nuestra boca y por lo tanto no se acercan a Cristo para recibir su amor y perdón.


Otro sintoma que se ve en la iglesia por la falta de gratitud es una doctrina predicada o por lo menos vivida que dice que me merezco más que lo que Dios me ha dado.  De manera formal se predica como el evangelio de la prosperidad.  La predicación de las buenas nuevas que toda persona que se acerca a Dios y llega ser su hijo ha de vivir como rey.  Las buenas nuevas que se anuncian a un mundo de gente infectada por una necesidad insaciable de adquirir cosas materiales que Dios esta a su disposición de satisfacer todo deseo de lo mejor de las cosas que este mundo puede ofrecer.  Como dije se predica de manera formal o se vive de manera práctica evidenciada por oraciónes que solo buscan satisfacer nuestras necesidades física de salud, finanzas etc. y se preocupan muy poco por aquellas cosas que son de valor eterno o que son de interés al corazón de Dios.  Todo esto es una manifestación de ingratitud, porque no estamos contentos con lo que Dios nos ha dado.  No que Cristo no nos haya enseñando a orar por el pan de cada día, sino que oramos por la carne azada y por el manjar para el mes entrante.  Ni tampoco porque Dios en su gracia en ocasiones da más que lo muy necesario, sino porque se manifiesta más bien una actitud de insatisfacción cuando Dios decide no dar más que lo que nos ha prometido que es el pan de cada día. 

Creo por lo tanto que si vivieramos en verdad vidas agradecidas, no solo de palabra sino de hecho entonces otros serían los resultados en el crecimiento hacia la madurez en nuestras vidas y otros que no conocen de nuestro maravilloso Dios y Cristo se sentirían atraídos a este Dios a quien servimos.  Además, como hijos de Dios viviríamos una vida más abundante porque veríamos, en todo lo que nos rodea, sea bueno o sea malo la misericordiosa mano de nuestro Dios que nos guía día a día en pastos delicados y junto a aguas de resposo.  Disfrutaríamos de la vida que Dios nos ha dado en vez de estar añorando una vida que nunca tendremos hasta que estemos en su presencia y la cual Dios no nos ha dado en este mundo.


En razón de esto y muchas otras cosas que se podrían decir, veamos lo que las Sagradas Escrituras nos dicen sobre la gratitud y el agradecimiento.


La Necesidad del Agradecimiento

Ya hemos visto algunas razones que vemos en nuestro derredor del porque necesitmos ser agradecidos, sin embargo veamos que nos enseñan las Escrituras sobre la necesidad del agradecimiento.

En primer lugar, como ya mencionamos rápidamente al comienzo uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que el hombre empieza a no reconocer a Dios ni darle gracias como dice en Romanos 1:21: "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envaneceiron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido."

Cuando el hombre deja de darle gracias a Dios pasan varias cosas.  Primero se desocupa de él.  ¿Como ha de buscar el hombre a Dios si no reconoce su bondad y misericordia?  Si al ver a su alrededor no ve evidencia de la infinta bondad de Dios en hacer llover sobre justos e injusto, si no reconoce que es Dios que da la fuerza para hacer riquezas (Deuteronomio 8:18) entonces sucederá lo que dice en el versículo anterior.  El hombe se atribuirá a si mismo el estado de su propio bienestar: dirá en su corazón "Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza." (Deuteronomio 8:17)  o, si no se lo atribuye a si mismo, se lo ha de atribuir a otra fuerza o dios que no es el mismo Dios creador del cielo y la tierra Jeremías 44:17, Oseas 2:5 (1). Vemos por lo tanto que cuando el hombre deja de ser agradecido con Dios y por ende con los que lo rodean, se va alejando de Dios.  No tiene necesidad de Dios,  Dios no figura en su vida.

En segundo lugar, cuando el hombre se vuelve ingrato tiende a amargarse cuando percibe que otros reciben la benidción de Dios aun cuando en su propia vida hay numerosas manifestaciónes de la bondad de Dios.  Cristo ejemplifica esto en la parabola conocida como el hijo pródigo.  Cuando el hijo pródigo regresa a casa después de haber malbaratado su parte de la herencia y su padre lo recibe con los brazos abiertos, su hermano el mayor se enoja.  ¿Como puede su padre hacer fiesta para el hijo que desperdició lo que él con tanto trabajo se había ganado? y lo peor de todo núnca ha hecho nada por él -- su hijo obediente, su hijo responsable, el que siempre ha cuidado de los bienes de su padre y ha trabajado duro para incrementar sus bienes.  Es interesante lo que el padre le contesta.  Todo lo que tengo es tuyo.  ¿Por qué protestas?  Nunca te he negado nada, tu no lo has tomado.

El hombre ingrato se ve reflejado en la actitud de este hombre y también en la actitud de Coré.  Coré era de la tribu de Leví.  Una tribu que recibió la bendición de ser escogidos como los que cuidarían del tabernáculo y las cosas sagradas.  Vivirían de las ofrendas de sus hermanos.  Ellos tenían la distinción de poder acercarse a las cosas santas y ayudar en los sacrificios, de enseñar la ley de Dios como ninguna otra de la tribus podrían. (Numeros 16:9) Pero Coré no se contentó con esto.  Se amargó porque no ocupaba el puesto que tenía Aarón como sumo sacerdote ni como Moises a quien Dios había escogido para hablar directamente con él.  Juntó gente que le apoyará y terminó por decirle al lider que sin duda había sido escogido por Dios.  " ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?" (Números 16:3).  La amargura y falta de gratitud hizo que este hombre se levantará contra la voluntad misma de Dios.

No sólo resulta la falta de gratitud en una vida de amargura, sino que puede llevar a una vida que se va degenerando.  Cuando el hombre no agradece a Dios sus multiples bondades sino se atribuye a si mismo las bendiciónes que recibe de Dios entonces se vuelve soberbio.  Una vez ensoberbecido abre la puerta a un sin fin de males.  El caso clasico que vemos en las Escrituras de esta degeneración es el caso de Sodoma y Gomorra.  Cuidades enriquecidas por su ubicación en un valle de la más fértil.  Pero que dijo Dios de ellos.  "He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso." (Ezequiel 16:49)  Y como sbemos de la historia en Génesis 19 su maldad llegó a una degeneración implacable.  Lo interesante es que este versículo de Ezequiel es un juicio sobre Israel, porque ellos también se habían olvidado de la bondad de Dios y se habían degenerado a tal grado que terminaron por adoptar la religión abominable de los baales.

Esto no será el resultado en todos.  No todos los que se vuelven ingratos hacia Dios terminarán en una degeneración tan pronunciada.  Pero todos se alejarán a Dios y se expondrán al peligro de terminar muy lejos de Dios.  Una vez que la barca no se ve sujetada al muelle y se deja a la deriva uno nunca sabe a que distancia de la costa correrá ni que peligros sufrirá.




 Resultado de la ingratitud. Ezequiel 16:49  






Hasta que no entendamos el porque de la necesidad de ser agradecidos con Dios no podremos ser del todo y completamente agradecidos con Dios. Digo esto porque es fácil ser agradecido con Dios cuando las cosas van bien y cuando Dios de alguna manera nos bendice de acuerdo a lo que nosotros consideramos bendición, pero ¿qué pasa cuando la bendición de Dios se manifiesta en disciplina? "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo aquel que recibe por hijo." Hebreos 12:6

Cuando la Biblia habla de disciplina en este versículo usa una palabra en el griego que se refiere al proceso de entrenar a un niño, de instruirle y enseñarle. Puede que sea con castigo o con amonestación. De esta manera algunas bendiciones de Dios se presentan en formas que para nosotros no son agradables pero que a su tiempo producen gozo (Hebreos 12:11). Es por esto que en todo debemos ser agradecidos como nos dice el apóstol Pablo porque en verdad esta es la voluntad de Dios y es por eso también que es necesario saber en que verdades mostradas en la Palabra de Dios se cimienta esta necesidad.

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Vemos que es el producto de una decisión.  



Cuando Dios hace algo por uno de sus hijos, el resultado debería ser la gratitud.  David fue ejemplo de esto.  Cuando Dios le libró de la mano de Saúl el entonó un canto de alabanza y gratitud a Dios:  2 Samuel 22.  Dios años atras le habían mandado ungir como rey no porque él así lo quisiese sino porque era parte del plan de Dios.  Sin embargo esta decisión de Dios le causó a David un sin fin de problemas porque el que estaba sentado en el trono no vió esto con agrado y por lo tanto persiguió por años a David buscando matarle sin causa.  David pudo haberse amargado contra Dios pero vemos lo contrario.  Cuando por fin en su tiempo Dios traje paz a su vida, David agradece a Dios sus multiples bondades que vivió durante esos años de prueba.

Si Dios está en control de nuestras vidas y nos cuida, suple nuestras necesidades, y nos colma de bendiciones asegurando que todas las cosas nos ayuden a bien entonces la respuesta lógica y la cual también encontramos en las escrituras es que le demos gracias a Dios, que haya gratitud en nuestras vidas.  En los Salmos en seis ocasiones se nos insta a alabar a Dios porque Él es bueno: Salmo 92:1; 106:1; 107:1; 118:1 y 29; 136:1.  En todos estos casos en la versión del Rey Jaime (KJV) se traduce dar gracias.  Esta palabra en Hebreo puede traducirse de las dos maneras y van muy de la mano.  Es imposible alabar o aclamar a Dios por su bondad si no estamos agradecidos y si estamos agradecidos una de las maneras más apropiadas para expresar esa gratitud es alabando a nuestro Dios por su bondad.  Pero a lo que quiero llamar la atención en estos casos es que se nos insta a expresar nuestra alabanza en gratitud por su bondad.  En otras palabras requiere de una decisión mía.  Tengo que decidir expresar esa gratitud.

Hay gente que recibe muestras de la bondad de otros, se les trata con algún favor inmerecido y nunca se toman el tiempo ni la molestia de agradecer a la persona que les ha hecho bien.  Nosotros como humanos somos iguales con nuestros Dios y aun siendo hijos de Dios puede ser que esto no cambie mucho.  Recibimos día a día sus bendiciones y hemos recibido el regalo tan grande de la salvación pero no somos tan gentiles como para aragdecerle a Dios sus multiples bondades.  Por mera costumbre agradecemos a Dios por los alimentos en la mesa pero luego nos quejamos porque no nos gusta o quisieramos otra cosa.  Nos da salud para desempeñar nuestras labores y no se lo agradecemos pero luego cuando nos enfermamos y Dios no nos restaura nuestra salud de inmediato renegamos con Él.

(1) haciendo referencia a la cultura religiosa en la que se prostituía la gente con los sacerdotes y sacerdotisas en la religión de los baales para lograr la fertilidad de la tierra y por lo tanto el pan.

Es algo que debería hacerse en público y ante los que aún no conocen a Dios.  2 Samuel 22:50

Veamos lo que las Escrituras nos enseñan sobre este tema. 
Veremos que en el caso de Pablo la gratitud siempre fue dirigida hacia Dios.   I Cor 1:4  I Tes 1:2
La graditud se da a través de Jesucristo. Col. 3:15-17
La persona puede ser agradecida con Dios en toda circunstancia porque Dios es soberano.(Marvin Williams, Give Tanks, Our Daily Bread Vol. 57  Octubre 22, 2012,  RBC Ministries, 2012.)
Resulta 
       en paz cuando lo incluimos en nuestras oraciones.  Phil 4:6-7; 1 Timoteo 2:1
       Cuando oramos por la obra de Dios resulta en gratitud de otros.  2 Cor. 1:11

Cuando 
     Siempre  I Tes 5:17
      
Razones para dar gracias
       Por su santidad  Sal. 30:4  97.12
       Por su bondad   Sal. 92:1; 106:1; 107:1;  118:1 y 29; 136:1
       Por que él está cerca  Emanuel   Sal 71:1
       Por los beneficios recibidos Jer 30:19 (el regresa a su pueblo a su tierra)   ejemplo Daniel pide sabiduría y Dios se la da (Daniel 2:23)

Alabanza
      parte de la alabanza que le damos a Dios  Sal. 26:7

Sacrificio  voluntario
      Lev. 7:12, 13, 15; (Todah)

     Todah -- confesar, dar gracias 
        Lev. 22:29;  2 Cron 29:31;  33:16;  Neh 12:27, 31, 38 40

     Sal 50:14; 69:30; 95:2; 100:4; 107:22;  116:17;  147:7; Isaias 51:3; Jer 30:19  Amos 4:5;  Jonas 2:9

Eucaristia
     Hechos 24:3;  I Cor 14:16; 2 Cor 4:15; 9:11, 12;  Efesios 5:4; Fil 4:6;  col. 2:7; 4:2;  I Tes 3:9  II Tes 2:1;  4:3, 4;   Apoc 4:9;  7:12

Charis
      Lucas 6:32, 33, 34   2 Cor. 2:14;  8:16; 9:15; I Peter 2:19

Pablo Menciona dar gracias 35 veces
y otras cosas más.

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