Agradeciendo la Obra de Dios en Otros (parte 1)




Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús,
 y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, 
haciendo memoria de vosotros en mis oraciones.





          Pudiéramos pensar que ya hemos visto suficientes razones para agradecer a Dios pero en su revelación divina, que sirve como nuestra regla de fe y práctica, nos da a conocer a través del Apóstol Pablo otra razón que debiera producir en nosotros gratitud a Dios.  Me refiero a algo que llegó a ser una costumbre para el apóstol Pablo, el dar gracias por lo que Dios estaba haciendo en la vida de otros.



          Creo que es de vital importancia estudiar esto que le causaba gratitud a Pablo en razón de que a menos que sea un evento público, no tenemos la costumbre de expresar nuestra gratitud por otros. Cuando se hace lo que normalmente ocurre es que agradecemos a la persona por algo que haya hecho y damos gracias a Dios porque usó a la personal de tal o cual manera, pero poco me ha tocado escuchar que alguien de gracias a Dios por lo que Dios está haciendo en la vida de otra persona.  Puede ser que demos gratitud públicamente por algún cambió en la vida de alguien que se está acercando a Dios, sin embargo, expresamos muy poca nuestra gratitud por lo que Dios está haciendo en la vida de algún creyente.



¿Porque es tan importante este asunto? Creo que existen varias razones por las cuales es importante, aunque no las vemos expresadas abiertamente en las Escrituras pero si podemos ver que estos principios existen en la revelación de Dios.  Primero, al no agradecer lo que Dios está haciendo en otros creyentes dejamos de reconocer la obra de Dios en sus hijos y la manera en que está obrando en aquellos que componen a su cuerpo, la iglesia.  Segundo, porque que creo que es orgullo lo que nos estorba en agradecer la obra de Dios en y a través de otros. Por último pienso que existen ocasiones en que no lo hacemos porque no se nos ha enseñado.



Veamos un poco más a fondo las implicaciones de estas situaciones. Al pensar en la primera razón que mencionamos, creo que no valoramos lo que Dios está haciendo en la vida de sus hijos. Por más mínima que sea la obra de Dios es de vital importancia para el crecimiento de su obra pero no lo vemos así.  El crecimiento en la vida de sus hijos afecta lo que Dios puede hacer aquí en la tierra.  Entre más sus hijos sean controlados por el Espíritu Santo más avanzan y pueden avanzar el cumplimiento del propósito de Dios de llevar muchos hijos a la gloria y de ver su nombre enaltecido tanto aquí en la tierra como en el cielo.  Si la carne reina en los hijos de Dios, su obra se ve estorbada.  En razón de que Pablo vivía para ver que Dios fuera exaltando entre las naciones y para que su obra se extendiera más y más para la salvación de almas, Pablo agradecía la obra de Dios en aquellos que habían ya creído en Cristo porque esto significaba que Dios seguía avanzando en la extensión de su reino y que su obra continuaría a través de la vida de otros.


Pablo entendía lo que nosotros a veces no vemos, la trascendencia de los cambios positivos de la vida de los hijos de Dios.  Cualquier avance en la madurez de un creyente avanza la obra de Dios.  Esto debería causarnos gozo porque parte de nuestra razón de existir como hijos de Dios es ver que la obra de Dios avance. Por otra parte, en razón de la unidad del cuerpo, mi crecimiento como hijo de Dios se ve afectado por el crecimiento de aquellos que también son parte del cuerpo. Ningún miembro funciona independiente de los otros miembros del cuerpo.  Pensemos en la analogía que usa el apóstol Pablo en 1 Corintios 12.  El ojo no le puede decir a la mano (1 Corintios 12:21) que no lo necesita.  Si no tuviéramos manos ¿cómo nos daríamos de comer y cómo entonces se nutriría el cuerpo para que el ojo pudiera seguir funcionando?  Si hay personas que siguen vivas sin manos pero en su mayoría necesitan de la ayuda de otros que si tienen.  Ni un miembro ni el otro es más importante pero lo importante de todo esto es que todos dependemos los unos de los otros y la salud de uno afecta el otros.  De la misma manera espiritualmente la salud y el crecimiento de cada miembro del cuerpo de Cristo afecta la totalidad del cuerpo y de manera personal nos beneficia a cada uno de nosotros.  Podríamos decir entonces que esta pudiera ser una motivación egoísta para agradecer a Dios pero aun cuando uno mismo está recibiendo bendición de Dios la bendición se extiende más allá de lo que podamos entender y a final de cuentas es para la gloria de Dios.


La segunda razón que se mencionó arriba es una razón muy triste. El orgullo es algo totalmente opuesto al carácter de Dios y de Cristo quien habita en nosotros por su Santo Espíritu pero tristemente opera a menudo en los hijos de Dios. La humildad debe ser una de las características del creyente.  Sin humildad no podremos agradecer lo que Dios esté haciendo en y a través de otros y más aún cuando Dios esté haciendo por la persona lo que no hecho por nosotros o la ha usado de alguna manera que vemos como más importante que lo que nos ha usado a nosotros.   Pablo nos exhorta a que veamos a nuestros hermanos en Cristo como más importantes que nosotros mismos, (Filipenses 2:3) pero esto va en contra de la naturaleza humana.  Lo triste es que se ve a menudo en la iglesia. La envidia y el orgullo no nos permiten ver que otros avancen en algo que no hemos visto en nuestra propia vida. Cuando Dios hace algo en o a través de algún hermano que no ha hecho a través de nosotros y pudiera parecer que la otra persona cobra más atención e importancia que nosotros batallamos en reconocer esto que Dios ha hecho. Creo que la cura para esto es aprender a dar gracias a Dios por que en su amor y misericordia ha escogido hacer algo en alguno de nuestros hermanos en Cristo para su honra y gloria. 


Por último quiero que pensemos en otra razón la cual no agradecemos a Dios por la obra que él hace en otros creyentes: la falta de enseñanza sobre el asunto y la falta de quien nos ponga ejemplo.  Creo que aun cuando lo vemos al leer las Escrituras no se nos ocurre hacerlo porque nadie nos ha puesto el ejemplo.  Mucho de lo que hacemos en la vida cristiana lo hacemos porque hemos visto el ejemplo de ello en la vida de nuestros líderes o algún otro hermano en la iglesia y porque hemos escuchado alguna enseñanza sobre el tema.  Tanto uno como el otro hace falta en la iglesia de Cristo.  Poco se enseñan sobre la gratitud y el agradecer la obra de Dios en otros y poco se practica en la iglesia y por lo tanto no vemos el ejemplo y no aprendemos.  Sin embargo, la importancia de hacerlo no se disminuye porque hacerlo cambiará nuestra actitud hacia la obra de Dios y hacia nuestros hermanos en Cristo.


Usted pudiera pensar en algunas otras razón del porque lo deberíamos hacer pero creo que estos tres puntos no estimulan el pensamiento lo suficiente para ver la importancia de este asunto.


En la siguiente parte veremos los ejemplos que nos ha dejado Dios en las Escrituras en los escritos del apóstol Pablo.

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