Agradeciendo a Dios su Bendiciones Parte 3
Como
ya mencionamos con anterioridad, toda dadiva de Dios y toda bendición que
recibimos de su mano solo la recibimos por Su gracia. Entre más entendamos esto, más gratitud habrá
en nuestros corazones. Más podremos
seguir el ejemplo de algunos de los hombres de la Biblia como David, Daniel, y
otros.
Regresando a otro caso en las Escrituras vemos
la historia de Israel, Dios delinea una serie de bendiciones que Dios les había
de dar cuando entraran a la tierra prometida pero les recuerda que no sería por
razón de su propia justicia sino por la maldad de las naciones que ocupaban ese
territorio y en razón del pacto que Dios había hecho con Abraham, Isaac y
Jacob. (Deuteronomio 9:4-5) Ellos recibirían todas estas bendiciones:
casas, multiplicación de ganado, minerales, prosperidad (Deuteronomio 8-9) por
la pura gracia de Dios.
David reconoció esta manifestación de la
gracia de Dios en su oración en la dedicación de la ofrenda para la
construcción del templo, a pesar de que históricamente la nación de Israel no
había mostrado su gratitud a Dios por tanta bondad. David oró: Ahora pues, Dios nuestro, te damos
gracias y alabamos tu glorioso nombre. Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo
para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido
de tu mano te damos.” (I Crónicas 29:13-14) El rey David entendió que todo lo que él
tenía, todas sus riquezas, de las cuales le había de ofrecer a Dios una porción,
eran suyas por la pura gracia de Dios y esto produjo en él un espíritu de
gratitud.
David entendía que todo lo bueno en
su vida no era el resultado de algún mérito propio. Regresando al pasaje de Deuteronomio 9, Dios
de ante mano le advierte a su pueblo de no llegar a pensar que las cosas buenas
de la vida o las bendiciones de Dios les habían llegado por ser tan buenos, por
su propio mérito. Deuteronomio 9:4 "No pienses en tu
corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por
mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra Dios se los advierte porque a menos
que como David llegamos a cultivar un espíritu agradecido con Dios llegaremos a
pensar que lo que tenemos es el resultado de nuestra propia “justicia”. Es porque somos inteligentes, sabemos
administrar nuestros bienes a diferencia de otros, porque hemos podido cursar
una buena carrera, porque tenemos un carácter mejor que otros, etc.
Aquí nos podemos hacer la pregunta:
¿Qué pasa cuando llegamos a pensar que lo bueno de la vida lo tenemos porque lo
merecemos? Y ¿En que resulta esto si Dios quita eso que pensamos que merecemos?
¿Qué pasa si nos quita la salud, el trabajo, el hijo, etc?
Sabemos que David, quien tenía un
corazón conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22), anterior a esto, le
agradeció a Dios la victoria sobre todos sus enemigos cuando le libró de Saúl y
le dio el reino. 2 Samuel 22:1, 50 Aquí podemos ver que David vivía con una
actitud agradecida. Era su costumbre
agradecerle a Dios cada bendición que recibía.
El entendió que su reino y cada victoria que recibió no fueron por su
propio poder sino por la gracia de Dios y su poder y porque vivía con esa
gratitud, cuando hizo la oración en 1 Crónicas no era una oración hecha para la
ocasión sino una oración que surgía de su corazón porque así entendía él la
vida.
Aquí surge otra pregunta ¿cómo se
desarrolla una actitud agradecida como la de David? En sí, ¿qué cosas
deberíamos agradecerle a Dios? Para
empezar, si no estamos acostumbrados a agradecerle a Dios sus bondades, podemos
encontrar en Salmo 136 toda una serie de cosas por las cuales agradecerle a
Dios. Este Salmo, como un comienzo, nos
puede servir de patrón.
Otra enseñanza importante que hay que recalcar al reconocer que toda bendición recibida viene de Dios es
aprender a ser agradecidos con Dios cuando contesta una oración. Pareciera que esto sería obvio y sin
necesidad de comentar. Lo cierto es que como seres humanos somos tan
propensos a olvidar que Dios ha contestado una petición que le hemos hecho. Tenemos en las Escrituras un caso de nueve
personas que cuando se les contestó una petición urgente no mostraron gratitud.
Cuando lo leemos, no nos creemos capaces de hacer algo parecido. El caso al que me refiero es el caso de los
diez leprosos a quienes Cristo sano. La historia nos dice que cuando Cristo
llegó a una aldea, esto diez leprosos le salieron al encuentro y a voces le
pidieron que tuviera misericordia de ellos.
(Lucas 17:12-13). Jesús no los
fue a buscar. Ellos buscaron a Jesús. ¿Cómo entonces pudieron estos hombres que
habían sufrido tanta discriminación y rechazo no agradecerle a Jesús, que se fijó
en ellos cuando clamaron a él, al ver que habían sido sanados de su lepra? El Nuevo Testamento registra que sólo uno, y
este un samaritano, despreciado por los judíos, regresó para dar le las gracias
a Cristo por su salud y restauración. (Lucas
17:12-19).
Como mencioné, pareciera obvio que si recibimos
contestación a una petición le agradeceríamos a Dios y puede ser que de labios
lo hagamos. Cuantas veces me ha tocado
ver personas que cuando reciben una contestación a la oración van a la iglesia
y dan gracias pero luego siguen en la misma infidelidad y vacilación en su
relación con Dios. Se acercan a Dios
cuando tienen tiempo y nos les causa molestia o cuando de pronto necesitan otra
intervención del poder de Dios en sus vidas por un problema o falta de salud. Creo, sin embargo, que también se da el caso
que en ocasiones de labios agradecemos a Dios una contestación a la oración
pero en verdad, en el fondo del corazón no hay gratitud. Digo esto porque también veo personas que sus
vidas no demuestran estar agradecidos con Dios.
Agradecen uno por uno peticiones contestadas, pero no existe un
reconocimiento que todo lo bueno que nos llega en la vida, viene de la mano de
Dios. Agradecemos a Dios por cortesía
porque así nos enseñaron a ser nuestros padres.
Somos como los niños que cuando se les da un dulce están a punto de
darse la vuelta e irse sin dar las gracias pero lo hacen porque se recuerdan
que es lo propio que hacer, no por verdadera gratitud.
Tenemos ejemplos bíblicos de
personas que agradecieron de todo corazón a Dios por haberles contestado alguna
oración. Entre ellos se encuentra el
samaritano leproso que acabamos de mencionar pero también no deja ejemplo que
seguir el profeta Daniel. Cuando Daniel pidió
que se le revelará la interpretación del Sueño de Nabucodonosor y Dios se lo
reveló, él oró dando gracias: “A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y
alabo, porque me has dado sabiduría y poder, y ahora me has revelado lo que te
habíamos pedido, pues el asunto del rey nos has dado a conocer.” (Daniel 2:23). Daniel reconocía que esta contestación era
evidencia de la gracia de Dios. Sabemos esto porque cuando Nabucodonosor le
pregunta si él le puede interpretar el sueño, Daniel contesta: “El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos,
ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay
un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey
Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días.” (Daniel 2:27-28)
Siguiendo con esta idea,
de reconocer que todo beneficio en nuestra vida viene de la mano de Dios veamos
cómo responde David en el Salmo 18 después en enumerar toda una lista de cosas
que Dios había hecho por él. David
termina por decir “Por tanto yo confesaré te confesaré entra las naciones, oh
Jehová, y cantaré a tu nombre.” Según Theological Wordbook of the Old Testament
un diccionario de la lengua Hebrea de la Biblia. El término que se traduce confesar en este
versículo es un término que enfatiza el reconocimiento o declaración de un
hecho.[1] En si nos dice este diccionario que no existe
una palabra hebrea que se traduce directamente como dar gracias. Este concepto de expresar gratitud se
encuentra en la alabanza. Alabar a Dios es una manera de expresar nuestra
gratitud.[2] Es por esto que en el
contexto de este Salmo algunas versiones en inglés lo traducen, dar gracias
entre las naciones.
¿Qué nos enseña este
versículo? Nos muestra que Dios hace
cosas en nuestra vida con el fin de que otros puedan ver su grandeza y
bondad. La gente que nos rodea debería
saber que nuestro Dios es un Dios que en su misericordia y por su gracia nos
bendice, pero para esto es necesario que se los hagamos saber.
Aquí en nuestro México
es común escuchar que la gente le atribuye milagros al santo de su
devoción. Si ellos en su ignorancia le
atribuyen a dioses falsos las manifestaciones de la bondad de Dios entonces
como podemos nosotros que conocemos la verdad quedarnos callados cuando Dios ha
sido tan bueno con nosotros. No
deberíamos querer hacérselo saber a todos para que ellos mismos conozcan de
igual manera a nuestro gran Dios.
Confesemos pues a nuestros hermanos en Cristo las grandezas de nuestro
Dios y también hagámoslo con aquellos que no le conocen.
¿Qué ha hecho Dios por
usted? ¿Cómo le ha manifestado su gracia
y misericordia? Seamos específicos como lo fue David en el Salmo 18.
En verdad ¿vive usted
una vida agradecida? La verdad es que Dios
ha sido bueno para cada uno de nosotros de manera particular. No se espere para ver un gran milagro de Dios
en su vida para ser agradecido. Hay un
sinfín de razones cada día donde podemos ver su misericordia si sólo nos
detenemos a ver como Dios ha sido bueno con nosotros.
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