La Incongruencia de la Gratitud

La incongruencia 
de la gratitud 
a Dios

                El tema de la gratitud, cuando uno se pone a meditar sobre ella y en especial cuando las cosas en la vida van mal, produce una serie de preguntas difíciles de contestar.  Si Dios está en control de todo y si Dios es un Dios bueno entonces ¿cómo es que permite que una niña sea abusada por un pariente cercano? ¿cómo es que permite que hombres torturen a otros en maneras que no nos es posible entender y siguen viviendo con riquezas y placeres que muchos nunca podrán disfrutar? y para el pueblo cristiano que cree en Dios, ¿cómo justificamos el hecho de que Dios permite que algunos de sus hijos pasen por sufrimiento intenso y prolongado y luego les manda que se regocijen en todo?

                Hoy estaba leyendo un artículo escrito por Joni Eareckson Tada en el que menciona como en los primeros meses de su parálisis completa le expresó su enojo a Dios.  En ese tiempo Dios le llevó a buscarlo en el libro de Job donde Job mismo expresa su ira contra Dios en palabras que parecen blasfemas y a final de cuentas Dios nunca lo reprocha por hacerlo.  Esto llevó a Joni a hacerse la pregunta ¿por qué prefiere Dios nuestra ira, nuestras palabras causticas, nuestros gritos de desolación que nuestras oraciones teológicas cuidadosamente construidas?[1]  Nuestra hermana escribiendo esto en un artículo donde habla de la gracia de Dios que le llevó a conocer el contentamiento expresa que es porque Dios quiere que seamos reales y sinceros en nuestra relación con él.

           Esto me llevó a pensar en algo que comentó un maestro mío que me dio un curso sobre el libro de Job.  El sostenía que la razón por la cual Dios permitió que Job pasara por todas esas pruebas fue para mostrarle a Satanás que aunque parezca increíble hay aquellos que aman a Dios por ser Dios quien es y no por las cosas que él da. El reto de Satanás fue: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.  Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. (Job 2: 4-5) Dios conociendo el corazón de Job sabía que esto no era cierto.  Job amaba a Dios no por la riqueza que le había dado sino por ser Dios.  Todas las cosas difíciles que Job dijo nunca opacaron su fe en Dios. Lo vemos cuando en medio de todas las palabras llenas de enojo y frustración, Job dice: Yo se que mi redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. (Job 19:25-26).

                Que incongruente se vuelve la situación cuando en medio del dolor, el sufrimiento, la desesperación el hombre  expresa su fe en Dios. Cuando agradecemos a Dios su amor y misericordia por nosotros y sus múltiples bondades estamos dando testimonio de la fe que por su gracia Él ha obrado en nuestros corazones. 

               Que testimonio más grande puede existir que aquel en la que en situaciones difíciles y a pesar de todas las preguntas el hombre en el acto agradecimiento demuestra a su prójimo y a los seres espirituales (Efesios 3:10) la grandeza y hermosura de la gracia de Dios.  Dicho agradecimiento es una maravilla porque sólo se hace manifiesto cuando Dios mismo obra en nuestras vidas su maravillosa gracia.

                Se podrán contestar todas las preguntas que resultan del sufrimiento y pecado en nuestro mundo. ¡No! Sin embargo, los que experimentan la gracia de Dios podrán agradecer a Dios con todo el corazón porque Dios es Dios de dioses y Señor de señores.

Dios en medio de todas mis circunstancias te doy gracias por ser un Dios tan bueno.


[1] Eareckson Tada, Joni, (2009). Grace Like a River. Servant (9). P 5-6.

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