Resultados de la Ingratitud
Samantha Lamb, quien le donó uno de sus riñones a su
esposo para salvarle la vida, dijo que si pudiera volvería atrás las manecillas
del reloj y le donaría su riñón a una persona más necesitada, siendo que su
esposo la dejó tres años después de la cirugía que le salvó la vida.
Andy Lamb estaba sufriendo de insuficiencia renal y
estaba en tratamientos de diálisis cuando su esposa Samantha lo convención que
aceptara uno de sus riñones, reportó la agencia de noticias News.com.au.
La mujer de 41 años se sometió a la cirugía de
trasplante en Octubre de 2009 después de haber bajado de peso para continuar
con la operación.
Después que Andy de 45 recibió su riñón la dejo tres
años después en agosto del 2012. Una
noche, mientras ella trabajaba Andy se mudó de su casa llevándose la TV y el estéreo
dejándole las llaves pero sin ninguna nota o carta de explicación.
Ella dice que el matrimonio empezó a desbaratarse
cuando su esposo la empezó a engañar con una de sus amigas.[1]
Pudiera ser que historias como estas son extremas, pero lo cierto es que
la ingratitud se muestra de manera continua a nuestro alrededor y lo más seguro
es que en nuestras vidas también. Según el Diccionario de la Real
Academia ingratitud es " desagradecimiento, olvido o desprecio de los
beneficios recibidos. (Dicionario de la Real Academia 22a edición, 2001 ). Ejemplos
de esto lo vemos cuando los hijos se quejan de la comida que se les pone en la
mesa en vez de estar agradecidos que hay algo que comer. Nos quejamos
porque no tenemos ropa nueva que lucir para la fiesta o la boda cuando tenemos
el armario lleno de ropa que aun sirve muy bien. Envidiamos al amigo que se
compro un coche nuevo o una computadora con las últimas innovaciones, y la
lista continúa.
Pero lo peor de todo es que como el hombre en la historia, somos mal
agradecidos con el Dios que nos dio la vida cuando estábamos condenados a
muerte. En su gran misericordia él dio su
vida por nosotros para que nosotros pudiéramos vivir por él. Al principio puede
ser que nos hayamos sentido muy afortunados y agradecidos pero con el paso del
tiempo nos olvidamos de él y cometemos adulterio espiritual amando más las
cosas de este mundo que a su creador y como colmo de males ni agradecemos sus
bendiciones con que nos colma todos los días.
Será tan serio este asunto o será algo que podemos pasarlo por alto escudándonos
detrás de frases como “la carne es débil y vivo en un mundo imperfecto,” o “Dios
sabe que en realidad le agradezco las cosas importantes.” A mi parecer es algo de grave importancia que
como creyentes seamos agradecidos con Dios en todo y por todo porque la
ingratitud tiene consecuencias graves. En
contraste la gratitud como veremos más adelante es una característica del
carácter de un hijo de Dios.
En la epístola de los Romanos Capítulo 1 nos dice que uno de los primeros
pasos en la degradación del hombre es que no reconocieron a Dios ni le dieron
gracias. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios,
ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido." (Romanos 1:21)
Si seguimos leyendo este capítulo primero de Romanos vemos descrita toda
la degeneración que encontramos en nuestros días. Vemos cosas como la idolatría, la falta de
moralidad sexual y pudiéramos añadir un sinfín de males que aquejan a nuestro
mundo. Las consecuencias de la avaricia
que se palpan día a día en la pobreza de aquellos que sufren porque los que
tienen poder y dinero quieren más tienen su raíz en la falta de gratitud por lo
que Dios ya les ha dado. Que tanta de la
corrupción que se ve estrangulando a nuestro mundo no tiene su raíz en la
ingratitud aun al nivel de la tienda de la esquina que vende kilos de 800 gramos. Cuanto del maltrato del prójimo no se ve
auspiciado por la ingratitud. Nos
aprovechamos de los más débiles que nosotros, sean nuestras esposas, nuestros
hijos, el vecino, el que trabaja bajo mi mando porque no estamos satisfechos
con lo que Dios nos ha dado queriendo más y más.
No es entonces algo de qué preocuparnos.
¿Será tan inofensiva entonces la ingratitud?
Sin embargo, el cuadro que hemos pintando aun no está completo. Los
matices en ocasiones se vuelven más negros y sombríos. La ingratitud puede resultar en una vida
desenfrenada y degenerada. Cuando el hombre se olvida de Dios y le deja de
reconocer como tal, no mostrando su agradecimiento por sus bondades, puede
entregarse a la búsqueda de aquello que Dios nos ha “negado”. No agradeciendo la bendición de los placeres
que Dios ha puesto a nuestra disposición, el hombre se entrega a la búsqueda de
placeres ilícitos como el materialismo, las drogas, el sexo fuera del
matrimonio o entre personas del mismo género.
No solo se complace en ellos sino también en aquellos que las practican
no importando el dolor ni el daño que le causen a otros. Ejemplo de esto lo vemos en el trafico de
humanos con la finalidad de satisfacer el placer de aquellos que buscan placer
sexual sin compromiso. Lo vemos también
en hijos desatendidos porque papá y mamá quieren tener una casa más grande o un
coche más nuevo.
En otros casos la falta de agradecimiento se vuelve en amargura. Cuando el hombre no agradece las bendiciones
de lo que Dios le ha dado su enfoque se puede volver hacia lo que siente que se
le ha negado. Este fue el caso de Eva en
el huerto del Edén. Estando rodeada de
miles de árboles frutales por instigación de Satanás su mente se enfocó en él
único fruto que se le había negado. En
vez de agradecerle a Dios tan grande bendición de tener un sinfín de frutos
apetecibles se sintió menospreciada por Dios porque no le quiso dar acceso a
divinidad que Satanás le prometía que sería suya si lo comiera.
Cuantos en este mundo no viven en las mazmorras de la amargura pudiendo
sentir el soplo refrescante de la bendición divina y la luz de su sol amoroso que
nos rodean en un raudal de bendiciones diarias como la vida, la familia, el
alimento y tantas otras cosas no contando las bendiciones espirituales. Está gente se encierra en prisiones de su
propia hechura cuando se enfocan en algo que sienten que se les haya negado sea
la distinción o la muestra de amor que se le otorgó a otro en su lugar o
aquella cosa material que nunca ha podido adquirir porque Dios no se lo ha
dado. También se puede manifestar porque
alguien le ha despreciado o hecho algún mal cuando ellos merecen algo mejor y
no toman en cuenta todas las bendiciones inmerecidas que Dios ya les ha
otorgado. No perdonan a otros ni a Dios
estas “injusticias” y se vuelven amargos.
Otros en su ingratitud se vuelven orgullos y altivos. Se olvidan de dónde proceden las bendiciones
de las cuales están gozando. Cristo habló de ellos en la historia que relató
del fariseo y el pecador que fueron a orar al templo. El fariseo viendo al
pecador le da “gracias” a Dios que no es como otros que son pecadores. Creyéndose ser los autores de su propio bien,
como este fariseo, hay aquellos que se enorgullecen. Creen que su propia fuerza e inteligencia son
el origen todo lo que tienen y por lo tanto no agradecen a Dios. Si es así entonces que hay que agradecer a
Dios. Sin embargo, no se detienen a
pensar que si no fuera porque las misericordias de Dios son nuevas cada mañana
no estarían gozando de la vida que llevan.
Que tanto se requiere para que uno pierda la salud o el uso de los
miembros de su cuerpo. Solo requiere de
contacto con algún virus o algo similar para que uno pierda para siempre la
salud. Solo se necesita de un borracho
detrás del volante y estar en el lugar infortunado para que haya una colisión y
uno quede paralítico para siempre. Cosas
como estás se dan todos los días y pensamos que si nos va bien es porque
nosotros somos los autores de nuestro propio mundo y de nuestro destino y ¿en
qué resulta? En la falta de gratitud que
nos aleja de Dios.
Si somos gente “digna de alabanza” o de “admiración” solo es por la
misericordia. ¿Quién nos dio la
bendición de nacer en la familia que nos formó, nos dio las oportunidades que
tuvimos para avanzar en este mundo, nos permitió vivir en un país donde pudiéramos
gozar de oportunidades que a otros se les niegan, o aun de tener lo mucho o lo
poco que tenemos? Solo Dios pero aun así
nos lo queremos atribuir nosotros.
Las rutas a la ingratitud son muchas y las consecuencias son numerosas
pero no se nos olvide que todas son peligrosas por más inocentes que
parezcan. La única manera de evitar
estas trampas es aprender a ser agradecidos aun en lo más mínimo.
[1] “ ‘Ungrateful’
British hubby dumps wife three years after she donates kidney to him.” Indiatoday.
http://indiatoday.intoday.in/story/husband-dumps-wife-three-years-after-she-donates-kidney-to-him/1/340358.html.
(accesado 15 de febrero de 2014.)
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