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Sunday, March 23, 2014

La Gratitud y la Comunión con Dios


Si somos hijos de Dios llevamos su naturaleza y por lo tanto habrá un deseo de ser agradecidos.  Exploremos un poco esta idea. 

Podríamos empezar por una de la razón que acabamos de ver, la obediencia.  Los que viven en comunión con Dios desean obedecerle.  Cristo le dijo a sus discípulos: “si me amáis,  guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15).  No es posible vivir en plena comunión con Dios si no guardamos sus mandamientos y como acabamos de ver el dar gracias es uno de los mandatos que se nos da como hijos de Dios. 

Que podemos decir entonces de cristianos que son fieles en su caminar con Dios y no son gente agradecida.  En la iglesia se les conoce como miembros fieles y buenos cristianos, activos en la iglesia, etc.  Tenemos que recordar que el ser “buen cristiano” y vivir en plena comunión con Dios no siempre son sinónimas.  Yo puedo ser un buen hijo, ser cumplido, dar evidencia de buena educación pero no tener una comunión muy íntima con mis padres.  De la misma manera puedo ser un hijo muy bien comportado de Dios pero no necesariamente vivir en una relación muy íntima con Dios y por lo tanto aun cuando sea obediente en muchos aspectos no necesariamente voy a ser un hijo agradecido.  Puede ser que en alguna área de mi vida me esté rebelando contra Dios y no estoy contento con algo que Dios esté haciendo en mi vida y por lo tanto no me siento agradecido y no lo soy tampoco.  Pongamos por ejemplo alguien que está enfermo de cáncer.  Todos estaríamos de acuerdo que esta es una enfermedad muy difícil.  Si la persona está resentida porque Dios no le ha sanado a pesar de que como iglesia han orado por él y además tiene familia que cuidar o es demasiado joven para morir entonces tal persona probablemente no va a ser una persona que encuentre razones para darle gracias a Dios aun cuando haya muchas en su entorno.  ¿Qué podemos decir de personas que han perdido un ser querido, un hijo pequeño, que Dios no les ha suplido de empleo, o contestado cualquier otra petición que tengan?  Las razones para desviar la atención de las bendiciones de Dios son muchas aun cuando seamos “buenos hijos de Dios”.   No estamos blasfemando su nombre, no estamos viviendo en “pecado”, no estamos dando “mal testimonio” pero si no hay intimidad con Dios.

Volvemos a repetir no es posible tener una relación íntima con Dios y no ser agradecidos.

Otra de las razones porque aseveramos esto es porque uno de los frutos del Espíritu Santo es el amor.  Si en verdad estamos viviendo en comunión con Dios entonces se ha de manifestar en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo.
Este amor que es fruto del Espíritu no sólo es amor para con el prójimo sino también amor para con Dios.  ¿Cómo puedo decir que en verdad amo a Dios si no estoy agradecido con las múltiples bendiciones que trae constante a mi vida?  Si en verdad amo a Dios entonces seré agradecido con él.  Veré cada vez que me detengo a pensar en mi Dios y en lo que está pasando en mi vida que existen un sinfín de razones para darle gracias.  Más adelante estaremos explorando algunas de estas razones que se ven plasmadas en las Escrituras pero por el momento podemos mencionar algunas: la vida, la familia, mi iglesia, el trabajo, la educación que tengo, el sustento y la lista continúa.  En cada una de estas razones podemos encontrar razones también para no estar agradecidos.  Por ejemplo,  puedo estar insatisfecho porque aunque tengo familia mis padres nunca me mostraron amor, aunque tengo salud suficiente para trabajar tengo una rodilla en la cual la artritis no me deja de molestar, aunque tengo trabajo no paga bien o tengo un jefe insoportable y una vez más la lista continúa.  Sin embargo, si el Espíritu Santo está obrando en mí y hay amor entonces veré las razones para sí darle gracias a Dios y pedirle a Dios paciencia o fe para soportar aquello que sea problemático.  Mi amor a Dios me ha de hacer entender que Él es un Dios bueno y que para siempre es su misericordia para conmigo, que en verdad no merezco ninguno de los beneficios del los cuales el me colma.  Como dice Lamentaciones 3:22  y 23: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Dios nos ama tanto que en su amor me lo demuestra abundantemente. Siendo merecedores de la muerte y del castigo eterno y en esta vida siendo tan inconstantes y mal agradecidos con él es de sorprenderse que Dios aun nos colma de sus bendiciones.

          Pero ese amor que el Espíritu Santo produce en nuestra vida no solo produce gratitud hacia Dios sino que también hacia el prójimo.  ¿Cómo puedo decir que amo a Dios si no amo a mi hermano? (1 Juan 4:20) y ¿cómo puedo amar a mi hermano y no expresar mi agradecimiento por el bien que me hace?

          Creo que este es un de los males de los cuales adolece nuestra sociedad: la falta de la expresión de agradecimiento hacia el prójimo y aún en las familias que se nombran por el nombre de Cristo.  Esto sí es un grave problema porque es síntoma de un mal más profundo, la falta de una relación íntima con Dios.  Como hemos estado diciendo, una relación en verdadera comunión con Dios se va a evidenciar en la gratitud tanto a Dios como al prójimo.  Pudiéramos decir que esta es una manera de medir la intimidad con Dios en una familia: qué tan agradecidos son.  Por lo mismo, como tantas cosas es algo que como padres necesitamos enseñar a nuestros hijos.  Si los hijos ven en nosotros gratitud por las bondades de Dios entonces aprenderán a ser agradecidos con Dios y con los que les rodean.

          Otra razón por la cual vemos que la gratitud es una evidencia de la comunión con Dios es que no es posible tener intimidad con Dios sin un conocimiento de su persona.  Si en verdad conozco a Dios le conoceré como el Dios que es: amoroso, bondadoso, misericordioso, fiel, omnisciente, etc.  Si conozco a Dios entonces conoceré que en su gran conocimiento tanto del pasado como del futuro Él sabe lo que es mejor para mí y para el bien de mi vida, no solo tanto en el presente, como también para el futuro. Por lo tanto, no me queda sino estar agradecido por lo que venga a mi vida, me parezca bueno o malo, porque en su gran plan y en sus propósitos todo será para mi bien.  Ningún verdadero mal me podrá suceder.  Lo que parece malo al presente a la luz de la eternidad se verá que fue la bondad y el amor de Dios que lo ordenó así.  Es por eso que si en verdad vivo en comunión con Dios seré una persona agradecida con él y no podré guardarle  ningún rencor por las circunstancias adversas en mi vida. Podré agradecer a Dios en todo tiempo y en toda circunstancia como Pablo lo escribe en I Tesalonicenses 5:18 porque sabré que todo evento y circunstancia en mi vida, de alguna manera, es una pieza en el gran rompecabezas de Dios que a su fin producirá un hermoso retrato.

          Es por eso entre más comunión existe entre una persona y su Dios más agradecimiento habrá.  Entre más se le conoce más confianza hay en él y más admiración por su obra tan perfecta aun cuando no se entiende del todo.

Si vivimos en comunión con Dios entonces la gratitud será un resultado natural.

          En todo esto, sin embargo, hay un misterio o una paradoja.  La gratitud es como hemos estado viendo un resultado de la intimidad con Dios, pero a su vez, el ser agradecido produce intimidad.  Pudiéramos decir que es a su vez un resultado como una causa de la comunión con Dios.

Sunday, January 6, 2013

Una Teología de Gratitud

Una Teología de Gratitud


Se cuenta la historia de una mujer soltera que tuvo un hijo a quien amaba grandemente.  Se sacrifico para darle la mejor educación posible.  Trabajó horas largas y logró mandar a su hijo a una prestigiosa escuela de derecho donde estudió sacándose buenas calificaciones y consiguiendo un buen puesto en un bufet jurídico.  El día de su graduación su madre plancho el mejor de sus vestidos, ya de años pero todavía servible, y fue a la graduación.  Tuvo que buscar su propio asiento porque su hijo se había ocupado con su novia y no le puso atención.  Durante la ceremonia la madre lloraba de contenta y se reía pensando en lo que había logrado para su hijo.  Al terminar la ceremonia con dificultad se acercó a su hijo a quien todos felicitaban por los honores que había alcanzado en sus estudios.  Varias veces intentó conseguir la atención de su hijo pero este no le hacía caso.  Por fin uno de sus amigos le pidió que reconociera a la mujer que tanto le estaba tratando de saludar.  Él volteándose y viéndola le respondió a su amigo, "A, ella es la sirvienta de la casa."

Pudiera ser que historias como estas son extremas, pero lo cierto es que la ingratitud se muestra de manera continua a nuestro alrededor y lo más seguro es que en nuestras vidas también.  Según el Diccionario de la Real Academia ingratitud es " desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos. (Dicionario de la Real Academia 22a edición, 2001 ).  Ejemplos de esto lo vemos cuando los hijos se quejan de la comida que se les pone en la mesa en vez de estar agradecidos que hay algo que comer.  Nos quejamos porque no tenemos ropa nueva que lucir para la fiesta o la boda cuando tenemos el armario lleno de ropa que aun sirve muy bien. Envidiamos al amigo que se compro un nuevo carro o una nueva computadora, y la lista continúa.

En Romanos Capítulo 1 nos dice que uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que no reconocieron a Dios ni le dieron gracias. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido." Romanos 1:21

Esto se entiende como natural entre los que no reconocen al Dios Todopoderoso como su Dios; pero ¿qué de los que dicen reconocerle como el Dios que les ha salvado, no sólo de una condenación eterna sino también de una vida vana y sin sentido; como el Dios en quien confían como su constante protector y quien bendice día a día sus vidas; como el Dios a quien profesan ser su Padre y a la vez amigo?  Digo esto porque toda ingratitud en últimos términos es una ingratitud hacia Dios.  Cuando no agradezco lo que mis padres han hecho por mí no estoy agradeciendo a Dios quien me dio de manera especial a mis padres y quien les dotó de lo necesario para proveer para mi sustento y bienestar.  De igual manera cuando no agradezco a Dios cosas tan sencillas como ese platillo que no se me apetece pero que se me ha puesto por delante para satisfacer mi hambre y el sustento para mi cuerpo y además reniego que no haya algo mejor que comer, no estoy agradeciendo a Dios quien todo provee para mi bien.


El apóstol Pablo por inspiración del Espíritu Santo nos manda: "Dad gracias a Dios en todo."  I Tesalonicenses 5:18.  Este es un versículo que cuando era adolescente lo escribía en cuadros que se vendían en una librería cristiana, pero que con el paso del tiempo he ido entendiendo 
la profundidad de lo que comprende más y más .  Haciendo memoria es interesante recordar que escribía la primera parte del versículo porque se acomodaba más fácilmente a los cuadros pero dejaba fuera lo más importante de este pensamiento: "porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."  ¡Esta es la voluntad de Dios! Decimos tantas veces que queremos conocer la voluntad de Dios pero no hacemos caso a lo que Dios ha declarado tan claramente ser su voluntad: ser agradecidos con Dios en todo.

No pretendo entenderlo del todo ni haberlo aplicado como Dios lo espera, pero ha sido uno de los propósitos de mi vida aprender a ser agradecido.  Por lo mismo he pensado mucho sobre este asunto y me he propuesto estudiar que es lo que la Biblia dice sobre la gratitud.  


Creo que es un tema apropiado para nuestros tiempos y para la iglesia porque la iglesia se ve infectada por la misma ingratitud que se ve en el mundo y se manifiesta a menudo en el diario vivir de la iglesia.  Esta ingratitud genera descontentos que paralisan la obra de la iglesia y que tienen como resultado un avance muy lento de la obra de la iglesia.  Nos ciega al mundo que se muere sin Cristo y nos enecierra en nuestro propio mundo en el cual actuamos de manera mezquina negándoles la oportunidad a otros de conocer al Dios bondadoso, misericordioso, y lleno de gracia porque con la boca predicamos a este Dios pero con nuestras acciones lo negamos.  El mundo al vernos cree mas a nuestras obras que a nuestra boca y por lo tanto no se acercan a Cristo para recibir su amor y perdón.


Otro sintoma que se ve en la iglesia por la falta de gratitud es una doctrina predicada o por lo menos vivida que dice que me merezco más que lo que Dios me ha dado.  De manera formal se predica como el evangelio de la prosperidad.  La predicación de las buenas nuevas que toda persona que se acerca a Dios y llega ser su hijo ha de vivir como rey.  Las buenas nuevas que se anuncian a un mundo de gente infectada por una necesidad insaciable de adquirir cosas materiales que Dios esta a su disposición de satisfacer todo deseo de lo mejor de las cosas que este mundo puede ofrecer.  Como dije se predica de manera formal o se vive de manera práctica evidenciada por oraciónes que solo buscan satisfacer nuestras necesidades física de salud, finanzas etc. y se preocupan muy poco por aquellas cosas que son de valor eterno o que son de interés al corazón de Dios.  Todo esto es una manifestación de ingratitud, porque no estamos contentos con lo que Dios nos ha dado.  No que Cristo no nos haya enseñando a orar por el pan de cada día, sino que oramos por la carne azada y por el manjar para el mes entrante.  Ni tampoco porque Dios en su gracia en ocasiones da más que lo muy necesario, sino porque se manifiesta más bien una actitud de insatisfacción cuando Dios decide no dar más que lo que nos ha prometido que es el pan de cada día. 

Creo por lo tanto que si vivieramos en verdad vidas agradecidas, no solo de palabra sino de hecho entonces otros serían los resultados en el crecimiento hacia la madurez en nuestras vidas y otros que no conocen de nuestro maravilloso Dios y Cristo se sentirían atraídos a este Dios a quien servimos.  Además, como hijos de Dios viviríamos una vida más abundante porque veríamos, en todo lo que nos rodea, sea bueno o sea malo la misericordiosa mano de nuestro Dios que nos guía día a día en pastos delicados y junto a aguas de resposo.  Disfrutaríamos de la vida que Dios nos ha dado en vez de estar añorando una vida que nunca tendremos hasta que estemos en su presencia y la cual Dios no nos ha dado en este mundo.


En razón de esto y muchas otras cosas que se podrían decir, veamos lo que las Sagradas Escrituras nos dicen sobre la gratitud y el agradecimiento.


La Necesidad del Agradecimiento

Ya hemos visto algunas razones que vemos en nuestro derredor del porque necesitmos ser agradecidos, sin embargo veamos que nos enseñan las Escrituras sobre la necesidad del agradecimiento.

En primer lugar, como ya mencionamos rápidamente al comienzo uno de los primeros pasos en la degradación del hombre es que el hombre empieza a no reconocer a Dios ni darle gracias como dice en Romanos 1:21: "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envaneceiron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido."

Cuando el hombre deja de darle gracias a Dios pasan varias cosas.  Primero se desocupa de él.  ¿Como ha de buscar el hombre a Dios si no reconoce su bondad y misericordia?  Si al ver a su alrededor no ve evidencia de la infinta bondad de Dios en hacer llover sobre justos e injusto, si no reconoce que es Dios que da la fuerza para hacer riquezas (Deuteronomio 8:18) entonces sucederá lo que dice en el versículo anterior.  El hombe se atribuirá a si mismo el estado de su propio bienestar: dirá en su corazón "Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza." (Deuteronomio 8:17)  o, si no se lo atribuye a si mismo, se lo ha de atribuir a otra fuerza o dios que no es el mismo Dios creador del cielo y la tierra Jeremías 44:17, Oseas 2:5 (1). Vemos por lo tanto que cuando el hombre deja de ser agradecido con Dios y por ende con los que lo rodean, se va alejando de Dios.  No tiene necesidad de Dios,  Dios no figura en su vida.

En segundo lugar, cuando el hombre se vuelve ingrato tiende a amargarse cuando percibe que otros reciben la benidción de Dios aun cuando en su propia vida hay numerosas manifestaciónes de la bondad de Dios.  Cristo ejemplifica esto en la parabola conocida como el hijo pródigo.  Cuando el hijo pródigo regresa a casa después de haber malbaratado su parte de la herencia y su padre lo recibe con los brazos abiertos, su hermano el mayor se enoja.  ¿Como puede su padre hacer fiesta para el hijo que desperdició lo que él con tanto trabajo se había ganado? y lo peor de todo núnca ha hecho nada por él -- su hijo obediente, su hijo responsable, el que siempre ha cuidado de los bienes de su padre y ha trabajado duro para incrementar sus bienes.  Es interesante lo que el padre le contesta.  Todo lo que tengo es tuyo.  ¿Por qué protestas?  Nunca te he negado nada, tu no lo has tomado.

El hombre ingrato se ve reflejado en la actitud de este hombre y también en la actitud de Coré.  Coré era de la tribu de Leví.  Una tribu que recibió la bendición de ser escogidos como los que cuidarían del tabernáculo y las cosas sagradas.  Vivirían de las ofrendas de sus hermanos.  Ellos tenían la distinción de poder acercarse a las cosas santas y ayudar en los sacrificios, de enseñar la ley de Dios como ninguna otra de la tribus podrían. (Numeros 16:9) Pero Coré no se contentó con esto.  Se amargó porque no ocupaba el puesto que tenía Aarón como sumo sacerdote ni como Moises a quien Dios había escogido para hablar directamente con él.  Juntó gente que le apoyará y terminó por decirle al lider que sin duda había sido escogido por Dios.  " ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?" (Números 16:3).  La amargura y falta de gratitud hizo que este hombre se levantará contra la voluntad misma de Dios.

No sólo resulta la falta de gratitud en una vida de amargura, sino que puede llevar a una vida que se va degenerando.  Cuando el hombre no agradece a Dios sus multiples bondades sino se atribuye a si mismo las bendiciónes que recibe de Dios entonces se vuelve soberbio.  Una vez ensoberbecido abre la puerta a un sin fin de males.  El caso clasico que vemos en las Escrituras de esta degeneración es el caso de Sodoma y Gomorra.  Cuidades enriquecidas por su ubicación en un valle de la más fértil.  Pero que dijo Dios de ellos.  "He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso." (Ezequiel 16:49)  Y como sbemos de la historia en Génesis 19 su maldad llegó a una degeneración implacable.  Lo interesante es que este versículo de Ezequiel es un juicio sobre Israel, porque ellos también se habían olvidado de la bondad de Dios y se habían degenerado a tal grado que terminaron por adoptar la religión abominable de los baales.

Esto no será el resultado en todos.  No todos los que se vuelven ingratos hacia Dios terminarán en una degeneración tan pronunciada.  Pero todos se alejarán a Dios y se expondrán al peligro de terminar muy lejos de Dios.  Una vez que la barca no se ve sujetada al muelle y se deja a la deriva uno nunca sabe a que distancia de la costa correrá ni que peligros sufrirá.




 Resultado de la ingratitud. Ezequiel 16:49  






Hasta que no entendamos el porque de la necesidad de ser agradecidos con Dios no podremos ser del todo y completamente agradecidos con Dios. Digo esto porque es fácil ser agradecido con Dios cuando las cosas van bien y cuando Dios de alguna manera nos bendice de acuerdo a lo que nosotros consideramos bendición, pero ¿qué pasa cuando la bendición de Dios se manifiesta en disciplina? "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo aquel que recibe por hijo." Hebreos 12:6

Cuando la Biblia habla de disciplina en este versículo usa una palabra en el griego que se refiere al proceso de entrenar a un niño, de instruirle y enseñarle. Puede que sea con castigo o con amonestación. De esta manera algunas bendiciones de Dios se presentan en formas que para nosotros no son agradables pero que a su tiempo producen gozo (Hebreos 12:11). Es por esto que en todo debemos ser agradecidos como nos dice el apóstol Pablo porque en verdad esta es la voluntad de Dios y es por eso también que es necesario saber en que verdades mostradas en la Palabra de Dios se cimienta esta necesidad.

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Vemos que es el producto de una decisión.  



Cuando Dios hace algo por uno de sus hijos, el resultado debería ser la gratitud.  David fue ejemplo de esto.  Cuando Dios le libró de la mano de Saúl el entonó un canto de alabanza y gratitud a Dios:  2 Samuel 22.  Dios años atras le habían mandado ungir como rey no porque él así lo quisiese sino porque era parte del plan de Dios.  Sin embargo esta decisión de Dios le causó a David un sin fin de problemas porque el que estaba sentado en el trono no vió esto con agrado y por lo tanto persiguió por años a David buscando matarle sin causa.  David pudo haberse amargado contra Dios pero vemos lo contrario.  Cuando por fin en su tiempo Dios traje paz a su vida, David agradece a Dios sus multiples bondades que vivió durante esos años de prueba.

Si Dios está en control de nuestras vidas y nos cuida, suple nuestras necesidades, y nos colma de bendiciones asegurando que todas las cosas nos ayuden a bien entonces la respuesta lógica y la cual también encontramos en las escrituras es que le demos gracias a Dios, que haya gratitud en nuestras vidas.  En los Salmos en seis ocasiones se nos insta a alabar a Dios porque Él es bueno: Salmo 92:1; 106:1; 107:1; 118:1 y 29; 136:1.  En todos estos casos en la versión del Rey Jaime (KJV) se traduce dar gracias.  Esta palabra en Hebreo puede traducirse de las dos maneras y van muy de la mano.  Es imposible alabar o aclamar a Dios por su bondad si no estamos agradecidos y si estamos agradecidos una de las maneras más apropiadas para expresar esa gratitud es alabando a nuestro Dios por su bondad.  Pero a lo que quiero llamar la atención en estos casos es que se nos insta a expresar nuestra alabanza en gratitud por su bondad.  En otras palabras requiere de una decisión mía.  Tengo que decidir expresar esa gratitud.

Hay gente que recibe muestras de la bondad de otros, se les trata con algún favor inmerecido y nunca se toman el tiempo ni la molestia de agradecer a la persona que les ha hecho bien.  Nosotros como humanos somos iguales con nuestros Dios y aun siendo hijos de Dios puede ser que esto no cambie mucho.  Recibimos día a día sus bendiciones y hemos recibido el regalo tan grande de la salvación pero no somos tan gentiles como para aragdecerle a Dios sus multiples bondades.  Por mera costumbre agradecemos a Dios por los alimentos en la mesa pero luego nos quejamos porque no nos gusta o quisieramos otra cosa.  Nos da salud para desempeñar nuestras labores y no se lo agradecemos pero luego cuando nos enfermamos y Dios no nos restaura nuestra salud de inmediato renegamos con Él.

(1) haciendo referencia a la cultura religiosa en la que se prostituía la gente con los sacerdotes y sacerdotisas en la religión de los baales para lograr la fertilidad de la tierra y por lo tanto el pan.

Es algo que debería hacerse en público y ante los que aún no conocen a Dios.  2 Samuel 22:50

Veamos lo que las Escrituras nos enseñan sobre este tema. 
Veremos que en el caso de Pablo la gratitud siempre fue dirigida hacia Dios.   I Cor 1:4  I Tes 1:2
La graditud se da a través de Jesucristo. Col. 3:15-17
La persona puede ser agradecida con Dios en toda circunstancia porque Dios es soberano.(Marvin Williams, Give Tanks, Our Daily Bread Vol. 57  Octubre 22, 2012,  RBC Ministries, 2012.)
Resulta 
       en paz cuando lo incluimos en nuestras oraciones.  Phil 4:6-7; 1 Timoteo 2:1
       Cuando oramos por la obra de Dios resulta en gratitud de otros.  2 Cor. 1:11

Cuando 
     Siempre  I Tes 5:17
      
Razones para dar gracias
       Por su santidad  Sal. 30:4  97.12
       Por su bondad   Sal. 92:1; 106:1; 107:1;  118:1 y 29; 136:1
       Por que él está cerca  Emanuel   Sal 71:1
       Por los beneficios recibidos Jer 30:19 (el regresa a su pueblo a su tierra)   ejemplo Daniel pide sabiduría y Dios se la da (Daniel 2:23)

Alabanza
      parte de la alabanza que le damos a Dios  Sal. 26:7

Sacrificio  voluntario
      Lev. 7:12, 13, 15; (Todah)

     Todah -- confesar, dar gracias 
        Lev. 22:29;  2 Cron 29:31;  33:16;  Neh 12:27, 31, 38 40

     Sal 50:14; 69:30; 95:2; 100:4; 107:22;  116:17;  147:7; Isaias 51:3; Jer 30:19  Amos 4:5;  Jonas 2:9

Eucaristia
     Hechos 24:3;  I Cor 14:16; 2 Cor 4:15; 9:11, 12;  Efesios 5:4; Fil 4:6;  col. 2:7; 4:2;  I Tes 3:9  II Tes 2:1;  4:3, 4;   Apoc 4:9;  7:12

Charis
      Lucas 6:32, 33, 34   2 Cor. 2:14;  8:16; 9:15; I Peter 2:19

Pablo Menciona dar gracias 35 veces
y otras cosas más.

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