Monday, December 4, 2023

Missiones Mundiales -- Guerra Total

 Misiones Mundiales – Guerra Total

 

El Dr. Stuart Hudson declaró una gran verdad Bíblica cuando dijo: “El Evangelio contiene no sólo una promesa de bienaventuranza, sino también una declaración de guerra”.  Se nos ha inundado con la promesa de “Bienaventuranza” que da el evangelio, pero poca literatura sobre “la declaración de guerra”.

 

El Señor Jesús declaró que su advenimiento resultaría en contienda, discordia y conflicto: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.” (Mateo 10:34). La verdad que declara es: “Discípulos míos, no se equivoquen, no abriguen conceptos falsos. Paz se ofrece a través de mí, pero seré la causa de conflicto y guerra. Dos pueblos estarán en un conflicto centrado en la aceptación o el rechazo de mi persona.

 

Reclutados para la guerra

 

El llamado del creyente es una convocatoria a tomar armas.  Las epístolas de Pablo resuenan con términos de la guerra. No se nos ha llamado para disfrutar unas vacaciones, sino a una campaña. Nuestra tienda de campaña no se ha plantado en un paraíso sino en un campo de batalla.  Podremos ver las misiones cristianas como un trabajo, una obra, un servicio, un programa, una asignación, una inversión, un esfuerzo supremo. En cierto sentido, todos estos términos tengan validez. Sin embargo, cuando Pablo llamó Timoteo a enlistarse, le encargó “sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” (2 Timoteo 2:3). La única analogía para el servicio cristiano es la de ser reclutados para la guerra. Habrá otras figuras, pero sólo como suplementales.  Timoteo debía entender el servicio misionero primeramente como una campaña, una cruzada, una conquista – guerra.  Primero debía militar como para “agradar a aquel que lo tomó por soldado.” (2 Timoteo 2:4)

 

Las misiones mundiales bajo el comando de Cristo significan guerra, guerra total, una movilización total para el conflicto – armados por completo. Tal combate total significa “un compromiso sin opción a deserción – más allá del punto de retroceso”. (Francis Steele). Se nos ha enlistado de por vida.  Es de nosotros el día de batalla, y recuerda oh soldado cristiano que no se exime a nadie del servicio militar.

 

Con la muerte del general Douglas MacArthur, los Estados Unidos de América perdieron uno de sus grandes generales. Escribiendo de su trasfondo, la revista Newsweek acertadamente dijo que MacArthur “nació para la guerra.” De cada creyente renacido se podría decir que al igual ha nacido para la guerra.

Sunday, September 9, 2018

Agradecimiento por los benficios recibidos: La salvación

        En las iglesias de la denominación a la que pertenezco, se tiene un tiempo en los cultos donde se permite que los participantes expresen públicamente su gratitud a Dios por lo que ha hecho en la semana que ha transcurrido.  Para mi este tiempo es uno de los momentos especiales en el programa porque se da evidencia de lo que Dios está haciendo en la vida de la congregación.  Al visitar iglesias en los Estados Unidos y otras denominaciones en México donde no se tiene esta práctica, lo echo de menos. En esas ocasiones, siempre me parece como que algo le falto al culto a Dios.

          Sin embargo, hay tiempos en que me pone a pensar el hecho de que la mayoría de los motivos de gratitud son por beneficios tangibles que se han recibido y no por alguna bendición espiritual.  Se da gracias por la restauración de la salud, porque Dios ha suplido alguna necesidad económica, o porque Dios libró a alguien de algún peligro. Lo cierto es que todas estas cosas sí son motivos para dar gracias y se lo deberíamos agradecer a Dios. Lo que creo que nos queda por aprender es darle gracias a Dios por aquellos beneficios recibidos que van más allá de lo que con el tiempo se ha de perder. La salud, la economía, el bienestar en esta vida ha de perecer.  En contraste hay cosas que nunca hemos de perder, como la salvación.

          La salvación debería ser un constante motivo de nuestra gratitud o la oportunidad de poder compartir con otros el glorioso mensaje de gracia y redención.  ¿En verdad habremos entendido lo que Dios en su gracia ha hecho por nosotros? ¿Estaremos poco agradecidos con Dios por la salvación porque “poco” se nos ha perdonado?

No sugiero que todos los domingos nos levantemos a dar gracias por la salvación. ¿Pero, qué tan a menudo le damos gracias a Dios en privado por habernos salvado y que tanto lo escuchamos en la iglesia?

¿Darán gracias a Dios por la salvación más frecuente los católicos que nosotros? No lo creo pero en la tradición católica lo que nosotros conocemos como la santa cena se le conoce como la eucaristía.  Este último término viene de la palabra dar gracias y lo toman del pasaje de Mateo 26:27: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.”  Cristo dio gracias por la copa que representaba su sangre en la cual estaba basado el nuevo pacto que le ofrecería salvación a toda la humanidad.

El término Eucaristía para referirse a la Santa Cena parece provenir del escrito la Didaché del primer siglo. En este escrito implica que la celebración del rito en el que recordamos las verdades elementales de la salvación era una celebración de gratitud. “En lo concerniente a la eucaristía, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid: “Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jesús, tu servidor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos.” Y después del partimiento del pan, decid: “¡Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jesús. ¡A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos![1] (Didaché capítulo 9:1-3).

Lo que podemos aprender de esto es que la redención que Cristo obró a nuestro favor debería ser un motivo profundo y constante de gratitud.

¿Podemos hacernos la pregunta por qué? ¿Qué se nos ha otorgado en la salvación que debería resultar en gratitud?  Las respuestas a estas preguntas se llevarían libros enteros en contestar pero delinearemos algunos motivos de manera resumida que nos puedan motivar en nuestra gratitud.

En primer lugar, y es en lo que la mayoría de la gente piensa cuando piensa en la salvación, el haber sido librados de una muerte y condenación eterna.  No hemos de pasar la eternidad separados de Dios ni sufrir la tortura eterna del infierno.  Estaremos en la presencia de Dios, en el cielo.

En segundo lugar, la salvación nos ha otorgado no sólo la entrada al cielo en tiempo futuro, sino que ya en este momento nos ha abierto la entrada a la misma presencia de Dios como lo dice el autor de los Hebreos. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:16)  Puedo llegar a la presencia de Dios en cualquier momento o lugar y aún más puedo vivir en su presencia.  En la hora de la necesidad puedo acercarme a Dios y recibir ayuda sin ningún estorbo ni rodeos. Dios está presente en cada circunstancia o situación para ayudarme. 

A la vez, no sólo está para ayudarme, está presente para que disfrute de su compañía. Puedo caminar y pasearme con Dios como lo hacían Adán y Eva en el huerto.  Puedo disfrutar de la dulce comunión para la cual fui creado. Como escribió el autor Elisha A. Hoffman en el himno: “¡Dulce comunión la que gozo ya en los brazos de mi Salvador! ¡Qué gran bendición en Su paz me da! ¡Oh! Yo  siento en mí su tierno amor.”

En tercer lugar, la salvación nos restaura a una comunión con Dios que nos da el poder para vivir la vida como Dios la ideó en un principio.  Esto nos permite cumplir con el propósito de Dios para nuestras vidas y le da sentido y valor a la vida más allá de lo que podemos imaginar.  Si andamos en el Espíritu, que sólo se hace posible por la salvación, entonces vivimos conforme a los planes y propósitos de Dios.  En ese andar vivimos en comunión con el prójimo. Los pleitos, iras, contiendas, celos, etc. se disipan y la vida se vuelve grata.  Además, al vivir en sujeción a Dios cumplimos nuestro propósito en esta tierra y esto le da sentido y validez.  El hombre o la mujer no necesitan buscar realizarse porque lo estarán viviendo de manera plena.  Esto sin la salvación es imposible.  El hombre busca vivir una vida plena pero sin la salvación que sólo Cristo da no es posible alcanzar esa meta.  Vive sintiendo que a final de cuentas todo, como dijo Salomón, es vanidad.

Aunque pudiéramos abundar mucho más sobre estos tres puntos, podemos darnos cuenta que la salvación es en verdad una gran bendición de Dios.  Por gracia, sin merecerlo, Dios nos ha escogido y dado estas  bendiciones.

Padre, te alabamos y te damos gracias por la gran salvación que obraste a nuestro favor por medio de tu Hijo. Te damos gracias porque las bendiciones de esta gran salvación son nuestras en Cristo Jesús y podemos disfrutar de ellas tan plenamente por tu gracia.  A Ti sea la gloria.




[1] Didaché: La doctrina de los apóstoles en http://www.origenescristianos.es/didache.pdf (visitada el 9.9.2018)

Monday, October 3, 2016

Agradecimiento por la obra de Dios en la vida de la gente (parte 2)



Ahora que hemos visto las razones por las cuales es importante agradecer lo que Dios está haciendo en la vida de sus hijos que son nuestros hermanos en Crsito veamos mas detalladamente algunos de los ejemplos que nos ofrecen los apóstoles Pablo y Pedro para empezar a ver por qué cosas específicas podemos dar gracias.  De igual manera nos servirán como modelos a seguir para poder empezar a ponerlo en práctica.

Como vemos el apóstol Pablo fue un hombre que vivía agradecido con Dios y podemos evidenciar en esto en sus epístolas donde menciona allí razones por las cuales él acostumbraba agradecer a Dios.  Una de las primeras que queremos considerar es su costumbre de agradecer a Dios por la salvación de almas.  En Romanos 6:17 Pablo dice: “ Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregado”.  No nos ha de sorprender que Pablo expresara esta gratitud siendo que fue una de las razones por las cuales el mismo Señor Jesucristo dijo que había venido a este mundo.  Cristo mismo dijo: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).

Dios no creo el hombre para vivir sin Él ni para vivir esclavizado por el pecado.  Lo había creado para disfrutar de la comunión con él y que de manera recíproca el hombre disfrutara de su propia voluntad de la comunión con Dios.  El pecado puso fin a esta íntima relación con el hombre y el hombre murió para Dios viviendo como nos dice en Efesios 2:2 en rebelión a Dios y en esclavitud. “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” (Juan 8:34)  La muerte y resurrección de Cristo le abrió al hombre la oportunidad de disfrutar nuevamente la libertad y una relación íntima y vital con Dios. 
Aquellos que reconocen a Cristo como su Señor y Salvador entonces viven en libertad y permiten que el plan de Dios de compartir su vida y disfrutar de su presencia sea cumplido.  Cuando alguien reconoce su necesidad de Cristo y llega a ser hijo de Dios y el cielo se regocija porque Dios en Cristo ha vencido y su plan y propósito para el hombre no ha sido en vano. Si Cristo con los ángeles se regocija (Lucas 15:7, 10) ¿no deberíamos entonces nosotros también darle gracias a Dios por haber vencido una vez más en la vida de uno más.

Además, si lo vemos del punto de vista humano, existen un sinfín de razones aparte de la libertad que Cristo nos da por las cuales podemos darle gracia a Dios cuando una persona reconoce su necesidad de salvación y se vuelve a Dios.  Mencionaré algunas razones aunque usted pudiera pensar en más habiendo visto lo que Dios ha hecho en su propia vida como resultado de la salvación. 

En primer lugar podemos mencionar que el hombre, cuando recibe la salvación, empieza a disfrutar de todas las bendiciones espirituales en lugares celestiales en Cristo Jesús.  (Efesios 1:3)  Ahora es hijo de Dios (Galatas 4:6) y su heredero juntamente con Cristo (Romanos 8:17).

Cómo tal el hombre, ahora en Cristo, recobra el poder mediante el Espíritu Santo para desarrollar por completo el potencial con el cual Dios le ha creado para su propia gloria.  Por más asombrosas que puedan ser las cosas que el hombre sin Cristo puede hacer, no se compara con aquello que Dios puede hacer y hará en y a través de aquellos que son sus hijos.  El potencial para hacer cosas maravillosas se multiplica aun cuando pocas veces lo vemos hecho realidad porque como hijos de Dios no nos ponemos del todo a la disposición de nuestro Dios para que Él haga lo que Él solo puede hacer.  Tenemos en las Escrituras testimonios de lo que Dios puede hacer a través de hombres que se ponen a su disposición: Daniel el profeta, José, Nehemías, el apóstol Pablo y pudiéramos nombrar más.

Además cuando el hombre entrega su vida a Cristo y recibe la salvación y vida nueva, su vida cambia.  Ya no es un hombre que vive en rebeldía a Dios y por lo tanto no está obrando contra los planes de Dios en el mundo creado, ni en la sociedad.  Cuando en verdad entrega su vida a Dios y permite que Dios obre en su vida cambiándolo de su antigua manera de vivir, deja de ser una persona que daña a su prójimo.  Ahora es un agente de Dios en el mundo que puede obrar a favor del bien de la humanidad empezando por beneficiar a los que le rodean pero con el potencial de hacer cambios importantes y duraderos en un ámbito más amplio como lo hizo William Wilberforce en Inglaterra promoviendo por años la emancipación de los esclavos hasta lograrlo, evento que desencadenó en el continente norteamericano el mismo movimiento.  Tenemos también como ejemplo a XX quien promovió la educación entre los niños pobres de Escocia estableciendo la escuela dominical y así también ayudando a abolir la explotación de los niños en ese país.

En un ámbito cotidiano, empieza a ser un padre o una madre que cría a sus hijos para gloria de Dios y busca su bienestar no abusando de ellos ni física ni mentalmente sino disciplinándolos en el amor y la amonestación del Señor. (Efesios 6:4).  Deja de ser una persona que se aprovecha de su prójimo tomando ventaja de él sino que busca de igual manera su bienestar.  Lo ama y de manera bondadosa busca su bien físico-espiritual en su totalidad (Santiago 2:15-16)  Ama a su prójimo como Cristo nos lo enseñó en la historia del buen samaritano. (Lucas 10:30-37)  En otras palabras obra en bien de la humanidad. 

No solo obra a favor del hombre sino también tiene el poder para cumplir con la encomienda de cuidar y desarrollar el potencial de la creación  (Génesis 1:28) tomando en serio la promesa que Dios ha dado de destruir a los que destruyen la tierra. (Apocalipsis 11:18)  Por lo mismo en Cristo el hombre deja de torturar a los animales que Dios ha creado, como algunos lo hacen en el nombre de entretenimiento y deporte como la pela de gallos o la corrida de toros, etc.  Cierto es que en ocasiones no vemos estas evidencias en razón de la falta de enseñanza y madures de los hijos de Dios pero el potencial existe que no existe en aquellos que nos son hijos de Dios.  Esto no es para decir que no hay personas sin Cristo que no se han hecho conscientes por la gracia providencial de Dios de la problemática que causa el pecado, pero la motivación y el efecto de sus hechos son tales con no le traen la gloria a Dios como debe de ser y sigue siendo cierto que el potencial de aquellos que están en Cristo es tal que ningún incrédulo puede alcanzar.

No sólo vemos esto, sino que también en Cristo ahora tiene la mente de Cristo como para cuidar de su creación y desarrollarla. Ejemplo tenemos de esto en las leyes del pueblo de Israel.  Dios dio un sinfín de leyes sanitarias con el fin de cuidar de la salud de su pueblo y evitar plagas y epidemias. (Éxodo 15:26;  Deuteronomio 23:13).  También tenemos como ejemplo a Salomón que por su temor de Jehová llegó a ser el hombre más sabio del mundo (1 Reyes 4:30) estudiando las distintas ciencias de su tiempo (1 Reyes 4:32-34).  A David Dios le dio la sabiduría para hacer instrumentos para alabarle (2 Crónicas 7:6).  En la construcción del Tabernáculo Dios doto a Bezaleel de la sabiduría para hacer la obra del tabernáculo en hermosura (Éxodo 36:1,2) y a hombres para tejer las cortinas (Éxodo 36:8).  No se si usted se ha detenido a fijarse porque algunas obras de orfebrería son más hermosas que otras.  En mucho tiene que ver el diseño y el cuidado con el que se hacen.  Estoy seguro que esto fue lo que Dios obró en estos hombres.  No hubo gente trabajando al “allí se va” ni de manera mediocre.  Al igual viendo los tejidos en una visita al estado de Oaxaca me enamoré de un tapete.  Al preguntar el precio me di cuenta porque.  La persona que lo había tejido lo hizo de una manera muy detallada y con mucho cuidado.  La diferencia se notaba entre todo que en el mercado se vendía.  Estoy convencido que de igual manera las cortinas del tabernáculo eran una obra de arte por encima de todo siendo que Dios dio a los artesanos la sabiduría para hacerlo.

De igual manera, Dios puede hacer lo mismo en cada uno de sus hijos en el grado en el que se someten a su dirección.  Creo que vemos pocos hijos de Dios que destacan en el desarrollo de su comunidad y de su país o en las ciencias porque pocos en verdad buscan glorificar a Dios de esta forma.  Pensamos que sólo se sirve a Dios y se le glorifica en el ámbito “espiritual” y perdemos de vista lo que se nos enseña de manera muy directa en 1 Corintios 6:20: “glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu los cuáles son de Dios.” Hemos hecho una separación entre lo “secular” y lo “espiritual” que no existe en las Escrituras. Una separación hecha por una filosofía de vida que no es de Dios.

Todo esto y más hace Dios y puede hacer en razón de la salvación que nos ha otorgado.  Por esto es que Pablo nos exhorta a glorificar a Dios tanto en nuestro espíritu como en nuestros cuerpos los cuales son de Dios porque el pagó por ellos en la cruz (1 Corintios 6:20) Imagínese el potencial que Dios ve en sus hijos. ¿No es esto motivo para agradecer a Dios? 

Thursday, July 28, 2016

La necesidad de hacer el llamado al servicio



Estimados Consiervos,

Que gusto me da poder saludarles de esta manera.  Dios no me dio la oportunidad de disfrutar la convención con ustedes, aun cuando si me dio la oportunidad de saludar a algunos de ustedes.  Espero que de alguna manera la convención les haya sido de bendición.

El motivo de esta carta es de animarles en la obra a la cual Dios les ha llamado.  Yo estoy convencido que no existe un mejor llamamiento que el ser llamado a difundir el mensaje tan glorioso que se nos ha encomendado de la salvación en Cristo Jesús.  

Me da tristeza, pero a la vez entiendo, cuando veo pastores que están cansados o desanimados en la obra.  Ese cansancio y desánimo es de esperarse.  Aun el apóstol Pablo sufrió cansancio. 2 Corintios 11:28: “y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.”  Y Elias sufrió desánimo.  Sin embargo no perdamos de vista la meta a la cual hemos sido llamados.

¿Por qué menciono esto? porque a veces me pregunto si no nos conformamos con solo hacer lo que se requiere y no forjamos nuevos caminos dirigidos por nuestro Señor en razón de que pensamos que vale la pena.  “Ya lo hemos intentado tantas veces y mira dónde estamos.”  Pero también me hago la pregunta porque no veo que estemos animando a otros a enlistarse en las filas del Señor.  Cristo nos dijo que debemos rogar al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.  Junto con esto se requiere que expongamos la necesidad y hagamos el llamado en nombre de Cristo que otros se enlisten en las filas del Señor.

La idea de esta carta viene porque una hermana, que ha respondido al llamado de orar para que Dios levante más obreros para la mies y está orando para que Dios nos mande por lo menos 20 nuevos alumnos para este año que entra, me llamó esta mañana.  Me dijo, “Dios ha puesto en mi corazón que necesitamos animar a nuestros pastores a que expongan con frecuencia la necesidad de más obreros.  Ella sugería una vez al mes.  Le dije que les escribiría una carta y se los expondría, porque a mí también me preocupa la falta de pastores capacitados en México. 

Les animo hermanos que prediquen de la necesidad que existe de pastores y de la necesidad de obedecer al llamado de Cristo.  Nuestro México se está consumiendo por la violencia. La gente se está muriendo sin Cristo y nosotros tenemos la respuesta.  ¿Estaremos cómodos con nuestras iglesias como están o queremos ver más gente ganada para Cristo?  Si llegan a salvarse más almas habrá necesidad de más obreros y ¿de dónde vendrán?

Mi deseo es ver a un México y a un mundo cambiado por Cristo.  Animemos a la iglesia a cumplir con la gran comisión.  Oremos para que Dios envíe obreros a la mies.  Hagamos conocer la necesidad.

Dios les bendiga grandemente en esta obra tan preciosa a la cual Él nos ha llamado.